29.4.07

Macchu Picchu: ¿ser o no ser una maravilla mundial?

Por: Héctor Huerto Vizcarra


Leyendo el blog de El Reportero de la Historia me di con la agradable sorpresa de encontrar una posición crítica frente a la apoteósica campaña publicitaria, de los medios de comunicación peruanos, a favor de la elección de Macchu Picchu como una de las 7 maravillas del mundo. Lo que me indujo a pensar del por qué no había escrito nada al respecto. Y aquí estoy.

El mismo Reportero recoge un comentario de Luis Millones en la web, al cual no he podido tener directo acceso porque dicha página no carga en mi computadora, en donde señala que no votemos por Macchu Picchu porque significa contribuir a la destrucción de "nuestro más importante patrimonio histórico". Asimismo, agrega que el turismo no es más que una forma de depredación de nuestros recursos históricos, a la cual somos inducidos por el capital. (1)

Comentario bastante marxista, por la combinación de palabras empleadas, lo cual evidentemente no le resta validez a su argumentación. Aunque sorprende, dentro de un medio, a veces tan aséptico, como el académico. A estos comentarios, El Reportero le agrega otro: el racismo que se esconde o se quiere ocultar tras esta campaña publicitaria. Por eso afirma que le sorprende que "quienes ensalzan las obras de los antiguos peruanos sientan un total desprecio hacia los actuales indígenas" (2)

Característica que no sería nueva en nuestra historia. Vale recordar que para algunos investigadores, durante el proceso de nuestra independencia, parte importante de la élite criolla reivindicaba el valor del imperio incaico y sus gobernantes, pero paradójicamente despreciaba al indio de sus tiempos, por considerarlo un ser venido a menos tras la conquista. Con ello no quiero afirmar que esta característica se arrastre desde esos momentos, sino que en la actualidad existe una condición similar, en la medida en que se recrea una historia andina sin muchos vínculos con el presente. Ya no reconocemos en la cultura andina la particularidad que tienen todas las culturas de recrearse en el tiempo. Mas bien, la vemos fosilizada en las crónicas o en los mitos orales recogidos en el campo.

Por ello, estoy en desacuerdo con Millones cuando afirma que los restos históricos de Macchu Picchu representan "nuestro más importante patrimonio histórico", ya que no creo que ningún vestigio arqueológico pueda ser más importante que la cultura que los generó. Evidentemente, hablar de la cultura andina, quechua o incaica, no es hablar de la cultura andina actual que puebla nuestra serranía, la cual es fruto de un mestizaje cultural que no solo abarca a la cultura española.

Además, esta cultura andina se halla también en toda Lima Metropolitana, en sus formas de organización, en sus festividades, y en la forma como ven la vida miles de peruanos, que con diccionarios de inglés en sus mochilas, o computadoras en sus trabajos, por más que no lo quieran aceptar, llevan un indio dentro suyo. Un indio que no es el mismo del siglo XVI.

Ojo, en ningún momento hago mención de la apariencia física, por cuanto ésta termina siendo irrelevante para mi análisis. Un hijo de padres franceses nacido en el país, puede muy bien adoptar las costumbres y la idiosincrasia de nuestra cultura andina, aunque dentro de su propia mezcla cultural que se da dentro de su familia nuclear.

Volviendo al tema: coincido plenamente con Millones en que resulta poco probable que el Perú tenga la capacidad suficiente para albergar mayor cantidad de turistas, enfocados principalmente en ir a visitar Macchu Picchu. No hay que olvidar que desde el año pasado se vienen publicando noticias sobre el hundimiento de las ruinas, así como su falta de cuidado o el maltrato que recibe por parte de los turistas. Si bien es cierto, los restos arqueológicos no resultan tan importantes como la cultura que les dio origen, simbolizan agujeros dimensionales en el tiempo que nos permiten ver como fue el pasado. Nos recuerdan dónde estamos parados hoy.

Si queremos aprovechar el turismo cultural, tal como lo aprendí de la guapa profesora Augusta Valle, tenemos que reconocer que el país tiene mayor oferta turística, de corte cultural, que ofrecer. El Perú no se limita al Cuzco, ni tampoco a restos arqueológicos, sino también a una rica variedad cultural o mejor dicho, de mezclas culturales, que encuentra sobre todo en la comida, su mejor y más sabrosa representación.

(1) El Reportero de la Historia: ¿No votar por Machu Picchu?

(2) El Reportero de la Historia: Egipto desestima concurso 'Las Nuevas 7 Maravillas del Mundo'

23.4.07

Una Pequeña Historia del A.P.R.A. Primer Stop: El Cuerpo del Caudillo (1871 - 1895) I*

* Por Edgar Villegas Vásquez


I

En los escenarios de la América Española posteriores a la guerra de independencia y fragmentados políticamente por esta, North, Sumerhill y Weingast (2002) señalan que los caudillos se erigirían en el poder. Estos personajes, antes combatientes de los bandos patriotas y ahora en pugna entre ellos por el manejo de las nuevas repúblicas, construirán al llegar al control sucesivo de los bienes del Estado maquinarias clientelares autoritarias, las que terminarán exacerbando nuevas guerras fraticidas que, en el contexto de crisis económica producto de la posguerra independentista en Latinoamérica, terminarán retrasando el desarrollo de la democracia en la región.

La teoría nos es útil para entender -como a través de una radiografía- cuál es el clima de violencia política que las nuevas repúblicas americanas en el primer tercio del siglo XIX tuvieron que sufrir al ser inauguradas; al mismo tiempo, nos permitiría focalizarnos en por qué en el Perú, por ser el viejo centro del poder colonial, estos conflictos tomaron características particulares, desencadenando los desencuentros político–sociales posteriores al primer militarismo, en tiempos de quiebre del Estado Guanero.


II

El proyecto promovido por la Corona Española para la construcción de una República de Indios y otra de Españoles en la Lima del siglo XVI no pudo evitar la confusión de espacios de la plebe urbana con los de la aristocracia colonial; las contínuas expansiones de plazas y espacios urbanos entre los siglos XVIII–XIX terminaron confundiendo a ambos grupos en el casquete urbano de la ciudad; este último traspasaría las viejas murallas coloniales en tiempos de la presidencia del Coronel José Balta (1868 - 1872). Para la segunda mitad del siglo XIX, en la percepción de sectores de la élite intelectual limeña, el problema de redefinir la relación aristocracia–plebe en el espacio urbano se volvía importante si se quería consolidar un Estado
[1].

La respuesta a estas interrogantes sin embargo habría de ser distinta. Aquella construcción de Estado después de la crisis económica posterior a la guerra, y ligada al auge del guano y a las personalidades de Ramón Castilla y José Rufino Echenique, terminaría convirtiéndose en una ecuación que guardaría en el futuro correlación con el Estado caudillista, la violencia política, así como con la fragmentación regional y el surgimiento de redes clientelares. Todos estos fenómenos provocarían el aumento de la capacidad de endeudamiento del estado, así como la aparición de un mercado económico de corte especulativo, de corte dependiente.

Para la década de 1870, la crisis fue inminente. En los espacios urbanos de Lima comenzó a hacerse presente la pauperización de la población, señal que el primer militarismo entraba en desgaste. Fuera del espacio de la capital, las luchas políticas en provincia guardaban la característica que éstas eran tanto o más endémicas entre los caudillos regionales, quienes desde la violencia buscaban legitimar a una u otra facción del poder que se hallara luchando por éste en Lima. Este panorama marca el desgaste del primer modelo caudillista, que entra en crisis no sólo por sus propias contradicciones internas, sino porque empieza a ser cuestionado por sectores civiles y entre los que se hallaban también miembros de los consignatarios del guano, que buscaban orientar un proyecto político alejado de los militares.

En 1871 se crea la Sociedad Independencia Electoral, fuerza política civil que llegaría al poder un año después por medio de Manuel Pardo. Después de los resultados de las elecciones se produciría la Revolución de 1872, por la que los hermanos Gutiérrez matarían al presidente Balta con objeto de evitar la transición del mando del Estado a un civil. Este hecho marcaría el epílogo de los caudillos del primer militarismo, mas no el del tramado institucional por el que se articulaba el Estado guanero. Los tres días de desorden social –que entre otras cosas incluyeron el linchamiento de los golpistas- implicaron que sectores de la ciudadanía no sólo no otorgaban su apoyo a los militares, sino que otros, mayormente empobrecidos por la crisis -que entre otras cosas produjeron robos, saqueos e incendios-, mostraban que el deterioro en el tejido social era cada vez más evidente y peligroso.


III

El civilismo se convierte en una fracción política que llega tarde al incipiente mapa político del Perú de aquel entonces; las propuestas de Pardo sin embargo se convierten en el primer intento de proyecto colectivo: mejoras en la educación, reajustes fiscales, la comunicación por redes viales eficientes o la integración de los indígenas. Éstas en el transcurso de su mandato no se llevarían a cabo, entre otras cosas por la monstruosa crisis fiscal que decretaría la moratoria de la deuda del Estado peruano en 1876, y también por el hecho que Pardo hace uso de elementos de la maquinaria de gobernabilidad propias de los caudillos que lo habían precedido.

Los civilistas se negaron a compartir cargos del Estado con otros grupos, así como tampoco negociaron con bandos perdedores ya sean echeniquistas, castillistas u otras facciones locales. Su estrategia era llegar a los feudos de poder locales y absorberlos para renegociar las redes políticas, sin pactar; esto último desencadenaría no sólo la revuelta del caudillo arequipeño Nicolás de Piérola en su barco “El Talismán”, sino que en tiempos de Pardo se dieran 16 motines y movimientos subversivos, 10 montoneras, 7 conspiraciones y tres intentos de matar al presidente.

Después de 1874 con la sublevación de Piérola, Pardo crea la “Guardia Nacional”. Ésta sería un grupo de civiles armados en batallones existiendo en forma paralela a las fuerzas armadas, y que no sería disuelto una vez derrotado el caudillo arequipeño, pasando a existir como uno de otros tantos “brazos armados” que llegaron a tener las fuerzas políticas sobrevivientes al estado guanero
[2].

La necesidad de autoritarismos fuertes ante la ausencia de consenso político producto de la violencia en el país haría que el presidente al terminar su mandato en 1876 le entregara el mando a un militar supuestamente perteneciente al civilismo: Mariano Ignacio Prado. Éste sin embargo se uniría con sectores opositores del pierolismo y de remanentes de las otras fuerzas políticas que alterarían las supuestas lealtades del presidente a los civilistas. Con este período la crisis económica ingresa en un punto álgido y la violencia política no se detendrá.


IV

La crisis económica impidió el desarrollo del proyecto civilista. Manuel Pardo, el primer presidente de este grupo no se convertiría en caudillo civil, pero habría de utilizar mecanismos de institucionalización política similares a sus predecesores, los militares guaneros, como por ejemplo el uso de “brazos armados” partidarios y el monopolio de los bienes del estado entre los miembros de su partido, aunque con la intención de construir nuevas redes políticas –esta vez civiles-, que pudieran diferenciarse de las del primer militarismo. En un sistema deteriorado por las luchas caudillescas
[3] y la violencia política dentro de un contexto de crisis económica, el plan de Pardo habría de jugar en parte con las viejas reglas de exclusión que a la larga terminarían entrampando otra vez el sistema, por más que el auge del salitre en el sur del Perú pudiera representar una opción para salvar las finanzas del país. Para entonces, sectores de la élite chilena ya habrían reconocido la importancia de este recurso para su proceso de consolidación y expansión política como señala Cármen McEvoy, marcando los futuros escenarios de la guerra de 1879.


Pardo moriría un año antes, asesinado de un disparo por un sargento del Ejército del Batallón Zepita llamado Melchor Montoya en momentos que el ex presidente iba a prevenir al congreso de la política armamentista de Chile. Este sería el epílogo de la violencia política en la que nació el primer civilismo. Las bases civiles de consenso que lo formarían otra vez en 1895 ya no serían las mismas que antes, cuando resurge en el clima de la guerra civil que pone fin al gobierno de Cáceres por las montoneras de Piérola y Durand, y dándose inicio a otro período de la historia del Perú: la República Aristocrática.





Bibliografía:

Basadre, Jorge
1983 Historia de la república del Perú. Lima: Editorial Universitaria. Tomo V: La crisis económica y hacendaria previa a la guerra con chile
Mc Evoy, Carmen
1997 La utopía republicana: ideales y realidades en la formación de la cultura política peruana. Lima: Fondo Editorial de la PUCP.
North, Douglass, William Sumerhill y Barry R. Weingast
2002 Orden, desorden y cambio económico: Latinoamérica vs Norteamérica. Revista Instituciones y Desarrollo Nº 12-13 (2002) págs. 9-59. Institut Internacional de Governabilitat de Catalunya, Còrsega 255, 5º 1ª 08036 Barcelona, España. http://www.iigov.org
Panfichi, Aldo y Portocarrero, Felipe (Eds)
1994 Mundos Interiores. Lima (1850 – 1950)

Las imágenes:

Primera: Grabado del asesinato del coronel José Balta.
Segunda: Fotografía (1853?) de la plaza mayor de Lima, atrás de los tendales de la izquierda y cruzado por la acequia se halla el Palacio de Gobierno. Tomado de Thorndike, Guillermo. Autorretrato, Perú 1850 – 1900. Lima: Ed. Universo, 1979.
Tercera: Smeetom, Yilly: Sucesos del Perú-Los cuerpos de Tomas Gutiérrez y de su hermano, colgados de unas de las torres de la catedral de Lima. Paris: El Correo de ultramar, 1872
Cuarta: Salitrera peruana 1860s (Colección del fotógrafo peruano Billy Hare)
Quinta: Grabado del asesinato del presidente Manuel Pardo Tomado de Basadre Op. Cit.


[1] Para esto, consultar la Estadística General de Lima de Manuel Atanasio Fuentes (1858)
[2] El papel de la “Guardia Nacional” se convirtió en equilibrar el poder civil frente a los militares y caudillos. Esto la convertiría en uno de los tantos grupos paramilitares que habían existido previamente en el Perú, y que marcaban que las instituciones que fundaban la violencia política caudillista, no se habían extinguido.
[3] Tanto Enrique Krauze como Nicolas Lynch señalan que el caudillo en el poder sólo es el ápice de una pirámide de relaciones clientelares y esferas de otros caudillos, que por la anuencia legitiman al que se halla en la cúspide. El cuerpo del caudillo en nuestra historia representa la metáfora del desgobierno en el que cayeron las sociedades de la antigua América española producto de la guerra de independencia, así como la emergencia de nuevas guerras fraticidas, ahora por los despojos del viejo estado colonial. En nuestro caso, más que un sujeto, el caudillo es el símbolo de un sistema institucional que dominó la mentalidad política en el Perú y del que no pudieron escapar algunos de los gobiernos civiles que se alternaron con los militares entre el último tercio del siglo XIX y el primero del XX. Actualmente hoy en dia pueden hallarse rasgos de la personalidad caudillesca en algunos de nuestros políticos actuales; esto último nos dice que el tema no se halla enterrado en el fondo del pasado, sino que aún nuestro presente se halla determinado por sus efectos.

12.4.07

Una Pequeña Historia del A.P.R.A. (Unas reflexiones, antes de lanzarse a la Piscina)*

* Por Edgar Villegas Vásquez


I

Recuerdo de mis clases de historiografía universal el comentario sobre un historiador particular. Su nombre era Flavio Josefo y era de orígenes judíos. Su nombre romano mostraba que en aquel tiempo Roma controlaba el mundo conocido y el imaginario de entonces. El buen Flavio Josefo tenía una máxima por la cual, si es que uno quería hacer historia, debía tener cuidado de escribir sobre quien ya estuviera muerto, o que sus descendientes no estuvieran por ahí cerca para buscar al historiador. Me imagino que el pobre Flavio Josefo, en algún momento debía haberse levantado por la madrugada ante fuertes toques en la puerta, abrió esta soñoliento y tuvo en frente un par de fulanos armados con un par de garrotes, que le dejaron el lomo hecho polvo, por decir lo que no debía, y no decir lo que sí debía.

Pero no nos pongamos tan serios, es posible que Flavio Josefo en realidad aprendió esto desde experiencia ajena y no desde pellejo propio… ¿quien sabe?... a final de cuentas, el ya se llevó el secreto. Sin embargo, esta ha sido una de las máximas para el historiador: no herir susceptibilidades. La pregunta tal vez después de este comentario podría ser: ¿por buscar decir la verdad? Creo que los que se han sentado en las carpetas conmigo (yo me sentaba en la última, se acuerdan, allá al fondo) deben saber que la historia es una profesión sacrificada, y que tal vez uno de los pocos privilegios de los historiadores, es buscar la verdad.

Aún a pesar de comentarios suprasensibles tan hermosos como el anterior, tan morales, tan idea - pero al mismo tiempo tan irreales-, siguen existiendo como especie los historiadores que buscan evitar temas polémicos por más que formen parte de nuestra identidad o realidad, entre otras cosas porque, como Flavio Josefo se buscan evitar problemas, o porque muchas veces ven que ciertas partes del pasado son como un Tabú al más puro estilo sociedades primitivas, o finalmente –y este es el peor de los casos-, porque no quieren herir la susceptibilidad de sus financistas.

Por esto y mucho más – como dice la canción-, entre otras cosas los sociólogos nos quitan la chamba, es decir a los historiadores – como nos dice mi amigo Marcayuq-, y peor aún, como dice el Cantante, la razón por la que una gran cantidad de la producción histórica es bullshit.


II

Lo que van a ver desde el jueves 19 en pequeños capítulos, es una historia del A.P.R.A. Se preguntarán porque sale esta. Todo empieza en un encargo de un amigo de Ciencia Política sobre el período de la Convivencia y la Superconvivencia del APRA, ambas en tiempos de Prado y de Belaunde entre finales de los cincuenta y de los sesenta. Después de terminado el trabajo me sentí un poco mal, no por el hecho que fuera aprista - les juro que no lo soy, ni lo sería-, sino que resultaba que había escrito sobre temas explorados sólo por un lado o por una secuencia pequeña del tiempo, que únicamente se vuelven estereotipos para un problema tan complejo como investigar la historia de un partido como este, y al mismo tiempo a través de ello diagramar un poco la dinámica de las fuerza políticas en el Perú.

Desgraciadamente en el espacio en el que nos movemos, la historiografía o el análisis sobre el APRA se encuentra polarizada en tres vértices, como en un triángulo. Dos de ellos guardan correspondencia: Desde la izquierda y la derecha - que le dan con palo en la mayoría de los casos -, y desde la misma APRA -que en este último caso no se da con palo, sino con pluma-. Ninguno de ellos se vuelven completamente imparciales.


III

El cautiverio del historiador Fernand Braudel, entre los meses de Junio de 1940 y Mayo de 1945 en plena Segunda Guerra Mundial, le sirvió a este para entender hasta que punto podía la historia tener las ambiciones de entender los procesos y fracturas de la humanidad desde las secuencias del tiempo. Como prisionero de guerra se le ocurrió una respuesta que fue simple y a la vez compleja: crear un observatorio del tiempo; la historia vista como una secuencia de larga, mediana y corta duración, y donde esta a través del diálogo con otras ciencias sociales pudiera encontrar una respuesta a la interacción de aspectos como la economía con las costumbres, la cultura, las instituciones o las religiones de los hombres.

Toda esta mecánica al mismo tiempo tenía un fin terapéutico en Braudel, este consistía en momentáneamente escapar a la locura que la guerra representa en la mente de los hombres, todo ello a partir de una propuesta lúdica: entender que los hechos no se vuelven meras fracturas historiables desligadas de su contexto, sino que se explican en realidad desde su devenir, relacionados con otros hechos. Braudel, termina tomando la posta de Lucien Febvre; con él, el historiador se vuelve un testigo de la secuencia del tiempo a través de una perspectiva panóptica.

La respuesta que Braudel da sin embargo a la historia no nos provee a nosotros, latinoamericanos, de un mismo tiempo que el de nuestros hermanos allá en ultramar; nuestros procesos no pueden medirse por varios siglos como los de Europa, salvo tal vez la parte de nuestra historia que excluye a los europeos, es decir el período prehispánico. Salvo esa excepción el proceso de la colonia puede asemejarse a uno de mediana duración, y su etapa posterior, la república, podría asemejarse a uno de corta. ¿Se imaginan entonces, después de esto analizar cuestiones como por ejemplo las dinámicas que dan origen a la democracia en America Latina o los partidos políticos? Desde nuestra realidad, aquello sólo sería posible si tomamos las herramientas de la investigación histórica en función a procesos de corto plazo, y también si vemos en lo posible de analizar nuestros procesos particulares, respetando que es lo que tienen de idéntico y diferente al mismo tiempo con otras partes del mundo.

Este grupo en su manifiesto puso como cláusula que no hay una sola historia, si es que esta trata de ser verdaderamente imparcial; es entonces que esta será no será mi historia, sino al mismo tiempo la de todos nosotros a través del tema en cuestión. Solo espero que comprendan que por la extensión reducida que requiere el Blog, esta historia será pequeña, pero sin embargo buscará ser lo más completa para definir el tema.

Ustedes, en el caso que piensen que sobra o falta algo en ella, pueden enriquecer el debate. Por que al fin al cabo, el debate es la gracia que tienen los blogs, y al mismo tiempo la razón por la que nosotros creamos este: Ahora… y en la Historia.


Nota de la imagen:

Fotografía del líder histórico del APRA, Víctor Raúl Haya de la Torre. En ella figuran Carlos Manuel Cox y otros apristas. Tomada en la década de los 30s.

11.4.07

El laberinto de la muñeca rusa: como una película sirve para retratar una realidad histórica

Por: Héctor Huerto Vizcarra


Si algo queda claro con "El laberinto del fauno" es que no resulta fácil combinar la fantasía con el testimonio histórico dentro de una película. Esto se entiende en la medida en que las críticas que recibió este largometraje, están más enfocadas en la forma como esta realidad histórica es descrita, y la manera como se relaciona con la trama fantástica. De esta forma es que algunos críticos comentan la escasa conexión entre la fantasía y la realidad, o el uso de la fantasía como una forma de escape de Ofelia (la niña) del contexto del conflicto armado.

Sin embargo, a mi parecer, la trama argumentativa se explica de otra manera. La fantasía está mucho más relacionada con la "realidad" de Ofelia que lo que aparenta. De alguna forma es una historia dentro de otra historia, que explica su existencia en la medida en que en ella se pueden encontrar claves para entender mejor la historia principal. El problema es que esta historia principal no es fácil de entender, ni siquiera para los españoles. Así como no es fácil explicar cualquier guerra civil de un país, como sucede en nuestro caso a partir de los 80's.

Esta argucia narrativa la explica mejor Vargas Llosa cuando se refiere a la "caja china" o a la "muñeca rusa", en donde señala que en una narración una historia principal genera otra u otras historias derivadas, lo cual tiene un efecto creativo cuando se introduce en la ficción una consecuencia significativa en el contenido de la historia principal. Así aparece como necesaria la historia derivada, no como mera yuxtaposición, sino como una simbiosis o alianza de elementos que tienen efectos trastornadores y recíprocos sobre todos ellos. Tomando esto en cuenta, se puede entender mucho mejor la simbología que se presenta en la historia derivada del fauno en la película, y la conexión que tiene con la historia principal. Esta conexión no se limita al momento en que Ofelia escapa de su cuarto al hacer con la tiza una salida, para llevarse a su hermano al laberinto.

Por ello, resulta importante explicar las tres pruebas que realiza Ofelia, así como el desenlace. Aunque de por si resulta imprescindible tomar en cuenta el concepto de laberinto, que muestra una situación confusa, difícil de solucionar como el contexto político de los años de la II Guerra Mundial en España. Hay que resaltarlo: la trama se centra en la historia de España y no en una niña y su mundo fantástico.

La primera prueba consiste en buscar un gran y antiguo árbol y matar un enorme sapo que habita en sus raíces, que come y engorda mientras el árbol se muere, para encontrar una llave. Un gran árbol que puede simbolizar fácilmente a la vieja España, desgastada por la guerra civil, enfrascada en una dictadura sangrienta, que como un sapo, devora sus entrañas. La llave puede representar la propuesta de una salida, y la elección que hace Ofelia (para encontrar el cuchillo en el cuarto del monstruo sin ojos), la alternativa de un camino que puede encontrarse en un futuro. No es gratuita la idea de que sea una niña quien escoja la cerradura correcta.

También resulta significativa la imagen del monstruo come niños (el futuro) sentado en una mesa llena de potajes sabrosos y opulentos. Una mesa en donde está prohibido comer a pesar de la abundancia, de no hacer caso, uno se juega la vida. Así la riqueza queda restringida a unos pocos, o a uno solo, que es incapaz de mirar, salvo cuando tiene que matar, o mejor dicho, reprimir. Así llegamos a la última prueba, donde a Ofelia el fauno le presenta la terrible encrucijada de su porvenir: sacrificar a su hermano. Finalmente, ella decide no sacrificarlo, sino a ella misma; como en la España de los anarquistas, comunistas y demócratas de la guerra civil, que deciden sacrificarse por salvar su futuro.

Una de las frases finales de la película, cuando Ofelia es recibida en el reino fantástico, es decisiva para entender esto: habéis elegido bien. Con esto no se pretende afirmar la objetividad de la trama, sino más bien su propuesta testimonial, en donde como todo testimonio toma parte de los hechos. Por eso, es una mirada aguda y crítica, pero sobre todo, atípica. La escena final del palacio explica la forma como España encontró, a través de su propia monarquía, las puertas para el regreso de su sistema democrático. Paradojas del sistema. Lamentablemente aún se está muy lejos, o quizá muy cerca, para lograr que olvidemos el nombre de Franco.

5.4.07

Apuntes históricos sobre los inicios del SUTEP (1971-1974) - II Parte

Por: Héctor Huerto Vizcarra


No faltó mucho tiempo para que el SUTEP convocara a un nuevo paro. Éste se dio el 29 de noviembre, y según La Prensa fue acatado por la totalidad de profesores de colegios nacionales de Lima, Arequipa y Chiclayo. También recibieron importante apoyo en Piura (95%) e Ica (40%). Esta notable capacidad de convocatoria es reconocida por el Gobierno, quien se obliga a decretar el 3 de enero de 1973 un nuevo aumento de sueldo para los maestros, lo que sin embargo, no satisface a la dirigencia del SUTEP.

Para fines de ese año la situación política entraría en crisis, gracias al accionar del SUTEP y al apoyo que obtuvo de la población y otras organizaciones sociales. El 24 de octubre de 1973 se realizó un nuevo paro de maestros acatado, al parecer, de forma parcial. Sin embargo, provocó la reacción del Gobierno quien al día siguiente realiza detenciones en todo el país. Esto provoca una ola de indignación social que estalla en numerosas protestas en todo el país. Muchas de ellas están encabezadas por estudiantes secundarios. Tres días después, se producen enfrentamientos entre pobladores y la policía en Huancavelica. Los estudiantes se apoderan de varios centros escolares en diversos puntos del país. A pesar de ello, la represión aumentó y las protestas también. En una carta publicada en Caretas el 20 de noviembre, desde la colonia carcelaria de El Sepa, Horacio Zevallos (Secretario General del SUTEP) denuncia la detención de 500 profesores, 91 de los cuales están en El Sepa.

El 16 de noviembre el Fuero Sindical de Arequipa convocó a una huelga indefinida exigiendo la liberación de los maestros detenidos. Se dice que las bases que acatan la huelga pertenecen a 3 centrales: CGTP, CTRP y CNT, aunque oficialmente estas centrales no apoyaron estas manifestaciones. (8) Se producen enfrentamientos con la policía que ocasionan 19 heridos y 2 muertos, un trabajador y un estudiante. Esto impulsa a que la Federación Departamental de Trabajadores de Arequipa (FDTA), afiliada a la CGTP, el día 21 se pliegue al paro. El 22 de noviembre los estudiantes universitarios del Cusco realizan un paro en apoyo del SUTEP y de los trabajadores de Arequipa, el cual no está exento de enfrentamientos con la policía, los cuales al día siguiente producen 3 estudiantes heridos y uno muerto. Igualmente, el 28 en Ayacucho se producen enfrentamientos entre la Guardia Civil y estudiantes universitarios y escolares, como consecuencia generan otro muerto. La respuesta del Gobierno fue declarar estados de emergencia en diversas regiones del país y delegar el comando político y militar al Ejército. Lo que a la postre amedrentó a la población.

Mientras tanto el SUTEP se va legitimando ante la opinión pública y ante los propios maestros. Las primeras elecciones del magisterio se dieron el 28 de mayo de 1973, para elegir a la directivas de las Cooperativas de Servicios del Magisterio en todo el país. En los periódicos solo se consignó el resultado de la elección en Lima, donde el SUTEP venció con un 61.16%. Este tipo de elecciones son importantes porque son el único medio disponible, del periodo, para medir el apoyo de ciertos sectores de la población a determinadas fuerzas políticas. Sobre todo, porque durante casi todo el Gobierno militar (1968-1978) no se realizaron elecciones generales, para elegir Presidentes, Congresistas o Alcaldes. Asimismo, el predominio del SUTEP y de Patria Roja en el magisterio se consolidó un año después, cuando el 26 de mayo de 1974 se realizaron las elecciones en las 16 cooperativas magisteriales para la renovación de los tercios de sus órganos de gobierno. Ni siquiera la aparición de un nuevo gremio de profesores afín al gobierno, pudo impedir la victoria del SUTEP en la mayoría de regiones del país. (9) El SUTEP gana las elecciones en 13 Cooperativas. Carlos Salazar, Presidente del Consejo de Administración Central de Cooperativas Magisteriales, informó dos días después que, el SUTEP recibió el 90% de la votación a nivel nacional. (10)

Esta legitimación permite que el Gobierno abra un canal de diálogo directo y privilegiado con el sindicato. De esta manera los dirigentes del SUTEP se reúnen con el propio Velasco en tres ocasiones, obteniendo así ciertas prerrogativas, como el corte de los juicios a los maestros, liberación de detenidos, reposición de profesores y la entrega a la Central de Cooperativas del magisterio de los bienes muebles e inmuebles de la mutualista magisterial, que ascienden a un monto de 350 millones de soles. Las reuniones se realizaron el 8 de julio, el 5 de agosto y el 2 de setiembre de 1974. La intencionalidad de la medida era solucionar ciertos pedidos del sindicato a cambio de su apoyo político a las reformas educativas del gobierno, pero los objetivos partidarios de Patria Roja primaron en los intereses del SUTEP.


Esto se evidencia en la postura que el SUTEP mantiene mientras tiene el privilegio de negociar directamente con Velasco, prerrogativa que no alcanza a otros gremios de profesores. Un antecedente que revela la postura que mantenía el SUTEP para ese momento, es su IV Convención Nacional, del 3 al 5 de julio, donde solicita la apertura del diálogo con el Gobierno (que se cumple tres días después), pero también, al analizar el contexto político de ese entonces, señala que se desarrolla dentro del marco de la crisis del sistema capitalista y la bancarrota del reformismo del Gobierno, de acuerdo a los planes del imperialismo, la gran burguesía y los terratenientes, cuyos intereses defiende. Declaración que resulta contradictoria con su petición, para un gremio que se reconoce como clasista y revolucionario, y que desea negociar con un gobierno reformista y oligarca, que "obviamente" no defiende los intereses del pueblo.

Sin embargo, como se ha mencionado antes, el diálogo se dio y trajo consigo varios beneficios para el SUTEP, incluso, el Gobierno evaluaba su reconocimiento oficial como sindicato. Mas esto, al parecer, no implicaba ningún compromiso para ese sindicato, todo lo contrario, parece que buscaba generar mayor presión al Gobierno. Así, cuando el Gobierno prohíbe la manifestación de solidaridad con el pueblo chileno, organizada para el 11 de setiembre, su Secretario General anunció que los maestros saldrían a las calles pese a las prohibiciones. Mas esto no fue el origen de la ruptura.

Lo que ocasionó la ruptura del diálogo con el Gobierno fue la declaración del I Congreso Pedagógico Nacional del SUTEP (del 2 al 5 de octubre), en donde se demostró la notable influencia política que ejerce Patria Roja y su política confrontacional frente al Gobierno. Por ello, se saludó a la revolución china y se afirmó la necesidad de integrar al magisterio bajo la conducción del proletariado, en íntima alianza con el campesinado; que significa en otras palabras que, el SUTEP asuma una posición de "clase", contestataria y de lucha. Consecuentemente, acordaron desenmascarar y combatir la reforma educativa y el ante proyecto de ley del docente.


A pesar de que sus dirigentes señalaron que esto no implicaba la cancelación del diálogo con el Gobierno, Velasco canceló el diálogo con ellos el 14 de octubre y nuevamente se reiniciaron las hostilidades. Velasco fue enfático al afirmar que: "Nosotros decidimos conversar con los dirigentes del SUTEP para buscar soluciones al problema magisterial. Pero el Gobierno Revolucionario no puede aceptar insolencias ni mucho menos prepotencias (...) Lo siento por algunos dirigentes que parecían sensatos, pero no hay más diálogo con actitudes semejantes." (11)

Ahora, ¿hasta qué punto se puede señalar que el SUTEP, en la actualidad, sigue una política parecida a la de sus primeros años? Parece que esto es muy fácil de observar si tomamos en cuenta las formas como el SUTEP sigue desarrollando sus luchas reivindicativas, mediante marchas, paros y huelgas magisteriales. Igualmente, la amenaza del nuevo Secretario General del sindicato, Luis Muñoz, dirigida al Gobierno, no hace más que corroborar esta actitud de confrontación, que entorpece inútilmente cualquier iniciativa gremial y política de la nueva directiva. Al parecer, siguen primando en el SUTEP los intereses políticos, o de Patria Roja, a los intereses del sector, en donde la ausencia de una calidad en la educación pública es notoria. El Estado no está exento de responsabilidades en esto, pero el tema en si, de la calidad educativa, merece una investigación aparte.

Tampoco la respuesta del Gobierno, a través del Ministro de Educación, fue la más acertada; y demuestra, probablemente, otra muletilla política que debe ser eliminada de nuestro sistema político: la prepotencia.

Si bien es cierto, un Gobierno debe tener cierto margen de acción donde ejerza la iniciativa política, no puede pretender que tiene las respuestas para todo. Debe existir también un margen de participación política de la población, en donde pueda alcanzar sus propuestas al Ejecutivo, para que las analice, discuta y envíe sus propuestas al Legislativo. Para ello, el Gobierno debe aprender a dialogar con los diversos sectores sociales y gremios políticos.

Lamentablemente, tanto en los sindicatos como en los partidos políticos puede más el amor a la ideología (libre mercado o comunismo) que al bien común. De esta manera, vivimos en una sociedad donde los intereses políticos mantienen una hegemonía, a pesar de que algunos sostienen que las ideologías han muerto.

(8) La CGTP es la Central General de Trabajadores del Perú controlada por el PC.

(9) En marzo de 1974 se anuncia la creación del SERP (Sindicato de Educadores de la Revolución Peruana), de filiación gobiernista.

(10) El 26 de mayo solo se realizaron las elecciones en 13 cooperativas magisteriales porque las Cooperativas de Lima e Iquitos estaban intervenidas por el SINAMOS, y en la del Cusco no se pudo formar el comité electoral porque algunos de sus dirigentes se encontraban detenidos. El 23 de junio se realizaron las elecciones de las 3 Cooperativas faltantes. En Lima gana el SUTEP (17 956 votos), dejando de lado a las listas auspiciadas por el SERP (3 450) y la FENTEP (765). En el Cusco se da algo similar, el SUTEP (2 708) vence por amplio margen al SERP (1 273). No hay datos sobre los resultados en Iquitos.

(11) 13 de noviembre de 1974.


* La imagen del inicio corresponde a la pintura "Civilización" (1938), la segunda imagen a la pintura "Potestad", ambas de Raquel Forner. La última imagen corresponde a Antonio Berni, "Desocupados" (1934).

2.4.07

Velasco, legitimidad y revolución: entrevista al historiador Juan Martín Sánchez (II Parte)


HH: Pero la aprobación popular en cierta forma te otorga o te quita la legitimidad...

JM: No, porque la aceptación debería dar legitimidad si esa aceptación se puede institucionalizar. Es decir, si puede sobrevivir al momento de aclamación. Pero no se da porque no se institucionaliza el proceso, no en el sentido de que se fosiliza, sino de integración de la población como actor político. La ciudadanía no consigue ser un actor político más allá de los que estaban en contra del gobierno. Crece la ciudadanía como actor político pero no le da un respaldo de legitimación, y falta el lugar donde se puede hacer. La legitimación no solo es una aceptación sino que el consentimiento esté reglado a una norma que se acepte, no solo para ese gobierno sino para otro. Ese es el salto a la legitimidad institucional del Estado. Como la aceptación estaba muy vinculada a las personas que estaban en ese gobierno, era una aclamación de Velasco y de su gente pero que no era transferible a otros. De hecho cuando se fue, se acabó.

HH: ¿Cuál es el balance entonces de este proceso? Fue bueno, fue malo. ¿Qué resaltarías tú o qué criticarías?

JM: Ahí hay dos cosas, una es un balance en el sentido del propio proceso: qué objetivos se estaba planteando el proceso; el gobierno, los principales actores, qué consiguieron, con qué medios. Evaluando eso se puede mantener una respuesta a tu pregunta. Ahí, el resultado es deficiente porque no consiguen transformar el país en la medida que ellos querían y con la estabilidad que se habían propuesto. El crecimiento económico no fue el esperado, fue bastante similar al que se estaba dando anteriormente, incluso se bloquea al final del proceso. A partir de ahí van a suceder las tremendas crisis cíclicas que ha tenido el Perú. La integración social y nacional tampoco llegó a los niveles esperados, incluso se deja una suerte de idea más conflictiva. Probablemente era necesario porque era darle poder a los movimientos ciudadanos, que era algo que estaba creciendo anteriormente; y en una democracia por débil que fuera como el gobierno de Belaúnde, anterior al gobierno militar, eso se da con más legitimidad que teniendo un gobierno militar, donde la confrontación es más abierta. Así, varios rubros que el gobierno militar planteó, no llegaron del todo a buen puerto. Lo que ellos mismos planteaban era sacudir al Perú, cancelar esa sensación de inamovilidad que se vivía en el Perú, en donde la oligarquía y los poderosos eran intocables en cierta medida. Y eso si lo consiguen, rompen esa sensación, ese lugar en que Belaúnde Terry había llevado su gobierno donde no se implementaban las reformas que ellos mismos pretendían, eso lo consiguen. Ya personalmente, que sería la otra posibilidad de respuesta a tu pregunta, tendría que ver con mis convicciones, con mi manera de evaluar las cosas, más allá de lo que es un análisis de historia o ciencias políticas. Personalmente pienso que hubiera sido interesante la continuidad de la constitución del 33 y de un proceso de expansión democrática. Lo cual hubiera evitado que los militares hubieran estado tan presentes en el Estado, con un protagonismo que cuando la sociedad entra en las tensiones tan fuertes que viven en los 80, nadie pone coto a las acciones de los militares. Los mismos militares que habían hecho unas reformas radicales en el 73-74, supuestamente para que la población no llegara a movilizaciones armadas, y por lo tanto, ellos no tuvieran que reprimirlos y matarlos, como hicieron en el 65, esos mismos militares salen en Ayacucho en el 83-84 y matan muchísima gente, indiscriminadamente. Eran casi los mismos personajes. Creo que ahí hay un balance negativo en cuanto a la presencia de unos militares sin control estatal.

HH: En ese sentido, en vista de las consecuencias que tuvieron las reformas que parecieran haberse difuminado con el tiempo, y en vista de que cinco años después, en el 80, surge una guerra civil con la aparición de un grupo armado: ¿no es muy grande la palabra revolución para catalogar este proceso?

JM: Siempre que sea nuestra posición personal la que está en juego. Personalmente yo preferiría una revolución distinta y una posición distinta a la revolución. Pero como investigador lo que me encuentro es que los actores estaban en una revolución, e incluso los que se oponían, tenían programas de revolución que se hubieran parecido mucho a los que hicieron los militares. De hecho la revolución implica bastante de lo que hicieron los militares. Sí puede ser una palabra muy grande, por la decepción que causa el no hacer una revolución con éxito suficiente, pero es lo que estuvo en juego. Entiendo la pregunta; yo mismo estuve estado tentado de ponerle otros términos, de hablar de problema y posibilidad del gobierno militar, pero con ello me distanciaba de la visión de los actores y de los propios hechos, sin por ello ganar en calidad mi interpretación. Tal vez, otro problema sea que no nos distanciamos suficientemente de nuestras propias doctrinas políticas, es decir, que como nos hubiera gustado una “verdadera revolución” no reconocemos el intento ajeno. Y el caso es que ese intento existió en términos de historia comparada, y si no nos gusta el resultado es algo que tendremos que confrontar con nuestras ideas pero no con forzar los acontecimientos históricos. Personalmente, cada vez estoy más lejos de los arrebatos revolucionarios

HH: El ejemplo de Velasco, ¿tú crees que ayudó a fortalecer este autoritarismo en la población? Porque según las encuestas, se busca esta imagen autoritaria, o es más bien algo que viene desde antes.

JM: Soy muy enemigo de hablar de culturas políticas, sobretodo si se basan en encuestas, porque no me convencen las maneras en que las hacen, no me convence ese tipo de metodologías, ni siquiera las preguntas que hacen. Porque se está queriendo ver cosas que no son comparables, como son los sentimientos o reacciones individuales ante problemas de institucionalización colectiva, de acción colectiva. Hay un salto bastante fuerte entre lo que puedo entender por utilitario o democrático, con lo que realmente pueda hacer colectivamente. Depende mucho de los procesos en qué va a ocurrir, no los procesos históricos, sino en los procesos concretos en que la gente actúa. Soy bastante reacio a ese tipo de interpretaciones, lo que sí me parece es que la presencia reiterada durante toda la república de los militares no permite una secularización del Estado, similar a la secularización que se necesita de la Iglesia católica, de la religión. Algo similar hay que hacer con los militares porque tienen el mismo sentido vertical de la verdad, del orden; y teniendo a los militares tan presentes en la política, con un poder de fuerza tan decisivo, tú me dirás con quién negocio, con quién acuerdo. Qué es lo que va a hacer un Estado civil: acordar, transar, incluso engañar, sabiendo que no tengo pistolas que me respalden, o respalden al otro. Eso si te da una institucionalidad. Un Estado autoritario no te permite un acercamiento con los demás, uno de los actores siempre puede decidir la partida porque tiene el poder de las armas. Eso es lo más pernicioso si se quiere conseguir un Estado, si bien no más democrático, como mínimo respetuoso con la legalidad y que sea más integrador, lo que lleva a la democracia.

HH: Por último, tú afirmas que la revolución es un intento siempre imposible de síntesis superadora; saliéndonos un poco de lo académico, ¿es tan difícil hacer una revolución en la actualidad?

JM: No creo que antes fuera muy fácil. Desde que ocurrieron algunas, que ni siquiera estaban propuestas desde el inicio, como las grandes revoluciones, como la francesa, se han convertido en una especie de mitos. Se tiene que evaluar, por ejemplo, la revolución francesa: cuando llega Napoleón se podría decir que es un fracaso general, ni la población es soberana y vuelven buena parte de los aristócratas después que cae Napoleón. Tampoco es esto; es una convulsión extraordinaria de la sociedad y del proceso histórico que se estaba dando. Las revoluciones difícilmente las podemos ver llegar, aunque algunos pueden proponer que se hagan. Lo hermoso que tiene una propuesta de hacer una revolución, es la gran ambición de justicia e igualdad, y de voluntad de que la gente pueda hacer su historia. Al mismo tiempo eso es una tentación espeluznante, con consecuencias muchas veces calamitosas para las sociedades, es que la revolución está llena de iluminados que no se paran a decir: -“además de gobernar con mis criterios y según mis designios, tendría que ver que piensan otros, tendría que tener en cuenta a los otros que no están de acuerdo conmigo. ¿Qué hago con ellos? Gobierno solo para mis acólitos o gobierno para todos”. La revolución es un poco reacia a esto, a tratar de gobernar para todos, y cuando trata de gobernar para todos se vuelve absolutamente autoritaria. El otro día le decía a un amigo: - "me gustaría participar en alguna, pero me da bastante susto". No se si serán fáciles ahora o difíciles, pero tampoco creo que lo fueran antes, ocurrirán en cualquier caso. Porque lo que se necesita para hacer una revolución es la capacidad de acción colectiva, y esa capacidad para subvertir un orden dado, existe hoy como nunca, probablemente ocurra; eso si, los resultados de esa revolución a lo mejor no nos van a gustar.

Fin de la entrevista