9.5.08

Globalización VS Nacionalismos



Por: Nayib


Siguiendo la línea de nuestra amiga Claire, describo algo del nuevo partido de liga mundial que se está jugando raudamente y en alguno de los casos a más de 3,000 metros de altura.

Los procesos de globalización o mundialización suelen mostrar claroscuros. El actual, que realmente engloba a todos; como ocurrió en otros momentos del pasado, hace de la exclusión y de la destrucción de la memoria las marcas sociales más contundentes.

Fernand Braudel insiste enérgicamente en el hecho de que pensar sólo en lo económico sería no sólo un error sino también un peligro. La historia económica del mundo, escribe, es la historia entera del mundo, pero vista desde un solo observatorio, el observatorio económico. Elegir este observatorio es privilegiar una forma de explicación unilateral y peligrosa. Subraya que, en toda globalización, hay cuatro aspectos esenciales que constituyen órdenes: un aspecto económico, un aspecto social, un aspecto cultural, un aspecto político. Insiste asimismo en el hecho de que estos órdenes, aun cuando son útiles para analizar el fenómeno, no funcionan y no deben ser considerados separadamente, sino que, en cierto modo, forman un sistema. La globalización, en general, llama a la sublevación de aquellos para quienes ella deviene no ya un beneficio sino una explotación e incluso una expulsión.

El antropólogo y filosofo Fernando Fuenzalida Vollmar afirma que la globalización se manifiesta como un proceso complejo y conflictivo, que pone de manifiesto dos componentes significativos, el ideológico y el político; el componente ideológico es el Neoliberalismo y el componente político el hegemonismo.

El neoliberalismo en oposición al liberalismo clásico que reproduce en forma inversa el modelo de presentación del comunismo, nos propone pues una formula dogmática que se asienta en una teoría y metodología particular de las ciencias económicas, como el comunismo, afirma la infalibilidad de sus postulados y la fatalidad de sus predicciones desconociendo el desafío de la propia realidad.

El componente político denominado hegemonismo nace de la distorsión de la originaria teoría liberal de la institucionalidad de la vida política y social y de la economía de mercados, ahí donde el liberalismo reclama la importancia del juego limpio (fair play) el hegemonismo se acoge a la supervivencia del más fuerte, propician no la globalización sino la globalización asimétrica de tendencias centralizadas.

El mundo dividido en la escena política ya no en derecha e izquierda sino en Globalismo y Antiglobalismo , viene acentuando estos conflictos; el conflicto en América del Sur, que se hace cada vez mas manifiesto, es el de las masas empobrecidas y el Estado, generando una inestabilidad de los regímenes de gobierno sometidos a esta tensión que se hace de este modo crónica y se potencia la amenaza de una nueva forma de subversión que no se apoya como en los tiempos comunistas en un sistema de contravalores sino que tiende a afirmarse en valores tradicionales reconocidos como positivos (afirmación nacionalista o defensa de las tradiciones y valores religiosos o étnicos), lo cual hará muy difícil revertirla pues va a encontrarse con nuestras conciencias divididas

La relación entre el hegemón de este nuevo sistema y América Latina y el Caribe se dara con marcada desconfianza y suspicacia, de manera asimétrica y desigual; y lo aplicado aquí con sus correspondientes particularidades no estará muy lejos de la política general internacional. También, mantendrá e innovará los aspectos positivos en esta relación, de odio y amor, referidos al intercambio cultural, el turismo, el traslado de tecnologías, alianzas diplomáticas, sociedades comerciales, cooperaciones, etc. El espíritu de esta relación contradictoria será muy bien expresada en el siguiente párrafo escrito por el escritor mexicano Octavio Paz:

están siempre entre nosotros, aun cuando nos ignoren o nos den la espalda. Su sombra cubre todo el hemisferio. Es la sombra de un gigante. Y la idea que tenemos de ese gigante es la misma que puede encontrase en cuentos de hadas y leyendas: un gran individuo de amable disposición, un tanto simple, un inocente que ignora su propia potencia y al que podemos burlar la mayor parte del tiempo, pero cuya ira puede destruirnos”[1]

Este pensamiento globalizador se hace praxis y tiene las siguientes manifestaciones: 1) el control común de su población interna (propaganda intensiva), y de la externa (incluye medios directos: Ej. En Latinoamérica y el Caribe: San Salvador, Nicaragua, Guatemala, Panamá, Chile, Granada, Venezuela, etc.); 2) resguardar el sistema de la toma de decisiones de la élite global; 3) aplicación del concepto de guerra preventiva, aún contraria al derecho internacional; 4) desarrollo de medios de destrucción; 5) prevenir cualquier desafío al “poder, posición y prestigio del hegemon”.

[1] Octavio Paz, “El espejo indiscreto” junio de 1981 pp 27,33; citado por el autor en la pag. 17

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