19.8.08

lo mejor de la semana: Resumen para ociosos del 11 al 17 de agosto

Después de casi dos meses de ausencia, vuelvo aquí con muchas disculpas en las manos y con más ganas de recorrer los blogs vecinos, los que por cierto, han ido en aumento en las vacaciones. La causa de la desaparición es sencilla, una “pequeña mudanza”, sólo dos maletas de 23 kilos, más de 20 horas de vuelo, y tres años de no pisar suelo materno, son en conjunto, una de las locuras más bellas que me ha tocado vivir. Acompáñenme esta semana en la visita a nuestros antiguos amigos.



En Amautacuna de Historia podemos encontrar el vídeo de una conversación con Víctor La Torre, en la que se habla sobre la vida y muerte de Bernardo Monteagudo, quien llegara con Don José de San Martín, y se convirtiera posteriormente en el primer ministro de guerra y marina del Perú.
El Reportero de la Historia Trae un breve comentario sobre el libro '50 anécdotas del sabio Tello' y una nota muy interesante sobre el Extraordinario banco de imágenes del Quijote , que hasta el momento suman unas 11500 ilustraciones.
Historia de Lima virreynal Nos trae una nota de prensa, Conferencia en Lima: sociedad y espacios. Lima en el siglo XIX, en la que podemos encontrar dirección, hora fechas y temas a tratar.
Hablemos de Historia Trae un artículo muy interesante sobre Politización y Fuerzas Armadas en Chile (1969–1973), de la misma forma, si se desea se puede descargar el trabajo completo.
En Sociología contemporánea podemos encontrar una nota sobre Mi melancólica alegría. Cartas de la madre de Nietzsche a Franz e Ida Overbeck, obra que ofrece a los lectores material inédito al castellano donde la madre de Nietzsche relata en más de 60 cartas una serie de obstáculos y vivencias estoicas.
Tapera nos muestra un post sobre la revolución de Haití o la revolución impensable , una nota muy interesante sobre un proceso único, y del cual se tiene un extraño y largo silencio.

16.8.08

¿Salida o exclusión? El sector informal en el discurso político peruano 1984-2006 (II)

Por Claire Wright


En la primera parte de este post, se identificaron las principales aproximaciones teóricas al sector informal. El objetivo de esta segunda parte es de identificar cuáles elementos han sido incorporados en el discurso político peruano entre 1984 y 2006. A continuación, se analizan las reformas realizadas durante este período para luego hacer hincapié en la campaña electoral de 2006[1].




A principios de los 80, el ILD realizó una campaña masiva sobre la problemática de la informalidad en Perú, como consecuencia de la cual llegó a la agenda política. Con el apoyo de Belaúnde Terry, el ILD propuso una ley de procedimiento que dictaba que todas las leyes tenían que ser publicadas primero como anteproyectos para poder realizar un debate público. Para Hernando de Soto, el primer paso en la solución del sector informal era la incorporación de la ciudadanía antes de realizar reformas más específicas. Sin embargo, los ministros no respetaron la nueva normatividad y el primer intento de reforma se fracasó. Aún así, se puede hablar de un logro simbólico al poner un problema clave en la agenda: el divorcio entre el Estado y la ciudadanía.

A partir de 1986, bajo la primera administración de García y luego con Fujimori, el ILD logró realizar toda una serie de reformas. Entre 1988 y 1995, el ILD fue gestor de 400 propuestas, leyes y cambios legales. A pesar del aparente éxito de estas reformas el proceso se estancó en 1996. En gran parte, esta ruptura se debe al protagonismo de Hernando de Soto en la política nacional y el alcance de las reformas que muchas veces querían ir más allá de lo económico (por ejemplo un programa de amnistía para prisioneros sin justicia). Entonces, la segunda generación de reformas ofrece un balance mixto. Para nosotros hay dos conclusiones importantes: i) la importancia de la creación de conciencia y la participación ciudadana en el proceso y ii) la convicción de que la mejor manera de solucionar el problema de la informalidad empieza desde el sector informal más que desde el sector formal.

El balance de las reformas laborales bajo Fujimori entre 1995 y 2001 es muy mixto. Por una parte, seguía con los elementos centrales de la propuesta del ILD, que se centraban en el paso de la informalidad a la formalidad. Por otra parte, se buscaba igualmente la creación del empleo desde el sector formal. Sin embargo, gran parte de esta segunda estrategia se basaba en la precariedad y la flexibilidad del empleo, lo cual va en contra de la lógica de fomentar el empleo estable en el sector formal y entonces también se basa en los aportes del enfoque más neoliberal.

En el período post Fujimori entre 2001 y 2006, la cuestión del sector informal seguía siendo central en la política peruana. Con la fundación del Ministerio de Trabajo y Promoción de empleo y más programas de creación de empleo, se notaba una continuación con el programa de Fujimori, aunque también se trataba de salvaguardar los derechos labores y buscar mejoras en la economía orientadas hacia la producción de empleos estables. Aún así, se seguía pensando en las PYMEs (reguladas y no reguladas) como una fuente principal de trabajo en el país y así demostraba una continuidad con las primeras teorías de Hernando de Soto en El otro sendero (1989).

De acuerdo con todo lo expuesto hasta este momento, parece evidente que el discurso político en Perú, en vez de sufrir cambios radicales relativos al problema del sector informal, se haya ido incorporando nuevos elementos tales como los programas de fomento de empleo y la formación de la población activa, además de las teorías tradicionales del ILD sobre las restricciones legales, la creación de conciencia etcétera.


En su informe “¿Qué plantean los candidatos para los 3 millones de trabajadores informales del Perú?”, Transparencia Perú ofrece dos datos muy útiles: primero, la importancia otorgada al tema del sector informal en la prensa en la campaña electoral del 2006 y segundo, las diferentes posturas adoptadas por los partidos políticos.

En cuanto al primer elemento, es interesante destacar que entre un 7 y 8% de las propuestas por los partidos políticos tenían que ver con el empleo. Además, en la prensa escrita el tema del sector informal fue el elemento más destacado dentro del campo del empleo, representando un 45,67% de las propuestas comunicadas por esta vía.

Luego, en cuanto a las diferentes posturas adoptadas por los partidos políticos, es interesante destacar que como principal manera de reducir el sector informal, 13 partidos identificaron la fomentación de PYMES; 7 partidos propusieron la simplificación de los trámites para la legalización de las empresas informales; 4 partidos buscaron aumentar el empleo en sectores formales; y 1 partido hizo hincapié en los créditos y la capacitación de los trabajadores (el Partido Socialista).

¿Qué conclusiones se destacan como resultado del análisis realizado en este estudio? En la primera parte, se estableció una tipología de enfoques teóricos que tratan a la informalidad tanto como un resultado como una causa de la pobreza. Los enfoques son el neoliberal/enfocado hacia el sector informal; el estatista/enfocado hacia el sector formal; y el cultural. Es interesante observar que para autores como de Soto el sector informal pueda explicar unos pobres resultados macroeconómicos mientras que para economistas como García, el sector informal sea un resultado que se encuentra influida por pobres resultados macroeconómicos.

En el análisis realizado en la segunda parte, se buscó establecer qué aportes de los diferentes enfoques teóricos fueron incorporados en las políticas públicas y el discurso político en el período entre 1984 y 2006. Se encontró que a los aportes del marco neoliberal (tales como fomentar las PYMEs y agilizar los procesos burocráticos) se han ido sumando aportes del marco estatista (tales como la formación de los trabajadores y programas de fomento de empleo en el sector formal.)

Finalmente, el estudio sobre la campaña electoral del 2006 ha demostrado que la cuestión de la informalidad fue el tema principal dentro de la dimensión del empleo. En este sentido, los partidos políticos mostraban una marcada tendencia de hacer hincapié en los aportes del marco neoliberal (tales como las PYMES y la agilización de la burocracia) como solución al sector informal. Sólo un partido (de dieciséis) propuso créditos estatales y programas de formación profesional como mecanismos; y sólo tres partidos resaltaron la importancia de fomentar el empleo en el sector formal. Estos datos indican que en Perú el discurso original de Hernando de Soto todavía tiene mucho peso, en partidos que se ubican en puntos ideológicos muy diferentes. En este sentido, la siguiente afirmación de Salinas León parecía acertada tanto en 1984 como en 2006: “su mensaje ha logrado penetrar en la derecha, en la izquierda, en el centro, arriba, abajo, en todos lados.”[2]


[1] La información en esta sección proviene del ILD (s/f) “¿Qué hace el ILD?” http://www.ild.org.pe/, OIT (2003) “Perú: Propuesta de Programa Nacional de Trabajo Decente 2004-2006: Informe Preliminar”. Lima, Perú, 18 de diciembre y Transparencia (2006) “¿Qué plantean los candidatos para los 3 millones de trabajadores informales en el Perú” en Observatorio Regional Año2, nº 8 Lima, 16 de marzo 2006.
[2] Salinas León, Roberto (2004) “Vendiendo el sentido común.” [www.elcato.org]

Imágenes de http://www.dibusoft.com/ y www.cajalaboral.com

7.8.08

¿Salida o exclusión? El sector informal en el discurso político peruano 1984-2006 (I)

Por: Claire Wright




La informalidad ha sido un tema clave en la agenda política de Perú, sobre todo desde que Hernando de Soto inspirara las primeras reformas en los años ochenta. En este post, intento explorar las aproximaciones teóricas a la informalidad para luego analizar cómo éstas han sido plasmadas en el discurso político en Perú durante los últimos veinte años.
La informalidad como concepto

Hay muchas definiciones del sector informal y - hasta cierto punto - la definición empleada influye en gran medida en el tamaño, las soluciones, las consecuencias y las causas del fenómeno. Por ejemplo, para el Banco Mundial, se trata del autoempleo en empresas no registradas, el trabajo dentro de una empresa no registrada o trabajadores dependientes, que en muchos casos no reciben un sueldo por sus esfuerzos[1]. Por otra parte, Hernando de Soto ofrece una definición más completa, que además del comercio y transporte informal, incluye la vivienda informal y la falta de derechos de propiedad como indicadores del sector informal[2]. Luego, de acuerdo con un enfoque indigenista, el sector informal es la expresión cultural de un tipo de cosmovisión que incluye la importancia de la reciprocidad y las redes sociales[3].

Sus causas

Hernando de Soto, en El otro sendero (1989) identifica cuatro causas del sector informal en el caso peruano que luego aplica a otros casos; i) la falta de leyes adecuadas para establecer derechos de propiedad; ii) la complejidad de procedimientos para establecer una empresa; iii) la migración del campo a la ciudad; y iv) un Estado que funciona mal y que es incapaz de llegar a todos sus ciudadanos. De acuerdo con sus investigaciones, simplemente cuesta demasiado tiempo y dinero entrar en el sector formal.

Según las recientes investigaciones del Banco Mundial, existen dos principales razones que explican porque los individuos entran en el sector informal: la salida y la exclusión[4]. En el caso de la salida, los individuos hacen un análisis de coste – beneficio y se incorporan a la informalidad si pueden conseguir más beneficios de esta manera. En el caso de exclusión, el BM reconoce que para algunas personas el sector informal es una estrategia de supervivencia frente a un Estado ineficiente y altos niveles de desigualdad.

Por otra parte, según Weyland, la informalidad fue sólo un discurso de los políticos neoliberales neopopulistas de los noventa que buscaban el apoyo de trabajadores en situaciones precarias[5]. Para Castells y Portes[6] es una consecuencia de la reestructuración de la economía mundial, y no una interpretación inadecuada del capitalismo en los países tercermundistas. Como ya se ha mencionado, el enfoque indigenista argumenta que el sector tiene que ver con tradicionales actividades pre columbinas y entonces no se pueden buscar causas recientes para explicarlo.


Sus consecuencias

De acuerdo con la teoría de Hernando de Soto y el Banco Mundial, la informalidad tiene consecuencias negativas tanto para los trabajadores como para el Estado: por una parte, los trabajadores no pueden beneficiarse de leyes y protección laboral y si no tienen derechos de propiedad no puedan usar sus viviendas como aval para préstamos o inversiones; por otra parte, la normatividad extralegal socava las instituciones legales; produce baja productividad, inversión y eficiencia; y hace muy difícil formular políticas macroeconómicas. Entonces, para de Soto y el BM el sector informal es algo que influye en el crecimiento y la productividad.

Por otra parte, de acuerdo con la teoría de Castells y Portes (1989), son los factores de la macroeconomía los que influyen en el tamaño del sector informal. García, refiriéndose al caso peruano, identifica la falta de competitividad, un tipo de cambio inestable, una falta de productividad, y la falta de políticas sociales como factores que influyen en el tamaño del sector informal[7].


Sus soluciones

Tanto el ILD como el BM enfatizan la importancia de ofrecer incentivos para crear empresas y luego pasar a la formalidad (reduciendo costes y trámites). Un elemento muy interesante incorporado por el ILD es el énfasis sobre el rol de la creación de la conciencia sobre el problema, un elemento que se tiene en cuenta en el análisis político realizado en la segunda parte de este estudio.

Por otra parte, teóricos tales como García (2004) apuntan al crecimiento macroeconómico como solución al sector informal. De la misma manera, Ferranti, Perry, Ferreira y Walton ven la solución en la mejora de las condiciones en el sector formal: “Se advierte una gran necesidad de acercarse hacia el mercado laboral y de seguridad social que sea más inclusivo y menos distorsionador[8].”

Finalmente, en cuanto al enfoque culturalista, la cuestión de soluciones parece poco pertinente, ya que se considera la situación en un contexto histórico y situación local que no se puede (ni se debe) cambiar.

Como el objetivo de este estudio es considerar el sector informal en la política peruana entre 1984 y 2006, lo interesante no es analizar la pertenencia teórica de los diferentes enfoques sino cómo han sido aceptados, rechazados, incorporados o pasados por alto en el discurso de diversos actores políticos en el Perú. Teniendo en cuenta que un aspecto resaltado por varios teóricos es la importancia de la creación de conciencia y la participación de los ciudadanos en la formación de las políticas públicas, en la segunda parte de este post se realiza una evaluación de la aproximación al sector informal por el gobierno, los actores políticos y por la sociedad civil de Perú en varios períodos claves entre 1984 y 2006.


[1] World Bank (s/f) “Concept of Informal Sector” http://www.worldbank.org/
[2] Soto, Hernando de (1989). El otro sendero. Perú, Instituto de Libertad y Democracia. Pp 3-16
[3] CEBEM-Bolivia: “Las teorias y sus implicaciones socio -politicas: el caso de la economía informal boliviana”. [http://www.tau.ac.il/eial/VII_1/mansilla.htm]
[4] World Bank (2007a) Flagship Report “Informality: Exit and Exclusion”. Disponible en http://www.worldbank.org/ p.4

[5] Weyland, Kurt (2003). “Neopopulism and Neoliberalism in Latin America: how much affinity?” Third World Quarterly, vol 24, No 6, pp 1095-1115
[6] Castells, Manuel, y Alejandro Portes. (1989) The World Underneath: The Origins, Dynamics, and Effects of the Informal Economy. In The Informal Economy: Studies in Advanced and Less Developed Countries, eds. Alejandro Portes, Manuel Castells, y Lauren A. Benton, 11-40. Baltimore, MD: The Johns Hopkins University Press.
[7] García, Norbert E (2004) “Crecimiento, competitividad y empleo en Perú, 1990-2003) en Revista de la CEPAL no. 83 p.85
[8] De Ferranti, David, Perry, Guillermo E, Ferreira Francisco HG, Walton Michael (2003) “Desigualdad en América Latina y el Caribe: ¿ruptura con la historia?” disponible en http://www.bancomundial.org/

6.8.08

Buscando una Identidad para dos perúes

Por: Marco Antonio Merino (Nayib)



Amigos de “Ahora… y en la Historia” explicito mi añorado nombre de infancia, porque despistado creía ver las autorías de los artículos de este interesante blog como MARCAYUQ o EL CANTANTE entra otros, hasta que Héctor Huerto me sacó de esta alucinación.

¿Somos así porque fuimos así? ¿Podemos explicar el presente por el pasado o sólo comprenderlo? ¿El pasado determina el presente? Son tres preguntas que en tiempos de crisis variopintas personalidades se hacen con la intención de buscar culpables, causas y tendencias, casi deterministas, en la historia. Sin embargo, considero pertinente que para formular algunas respuestas se tiene que pensar en cómo llegar a conocer, dentro del estudio de la realidad nacional el campo de nuestra historia y cultura.

El Diccionario de la Lengua Española significa a la cultura como al conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. La era post moderna que todo relativiza exige una nueva conceptualización del término cultura, por lo que traemos a cuenta la siguiente reflexión del pensador portugués José Saramago:
El nuestro es un mundo donde el modo de vivir cada vez va siendo menos el
nuestro. Todos los días se extinguen especies animales y vegetales, todos los
días hay profesiones que se tornan inútiles, idiomas que dejan de tener personas
que las hable, tradiciones que pierden sentido, sentimientos que se convierten
en sus contrarios” (La Caverna)

Este pensamiento exalta algunas de las consecuencias de las características adoptadas por esta Era. El futurólogo estadounidense Alvin Toffler (1928) escribió el año 1985 la obra titulada La tercera Ola, donde describe las transformaciones suscitadas en el mundo a lo largo de su historia. Aún cuando podamos discrepar de la homogenización que hace este autor de la propia historia universal, destacamos en que A. Toffler considera a la historia como una sucesión de encrespadas olas de cambio, y plantea desarrollar la respuesta a la pregunta ¿A dónde nos lleva la línea de avance de cada Ola? Además, centra nuestra atención no tanto en las continuidades de la historia sino en las discontinuidades, las innovaciones y puntos de ruptura, e identifica las pautas fundamentales de los cambios.

A contracorriente de esta visión lineal tenemos la posición del padre del Materialismo Cultural Marvin Harris, expuesta en la obra Reyes y Guerreros que sitúa todos los grandes cambios en la necesidad vital por renovar modelos de producción, particularmente de alimentos, ante el exponencial incremento poblacional y su insatisfacción alimentaría; es decir una crisis de crecimiento.

Ahora bien, la historia es el conjunto de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un pueblo o de una nación. También debemos tener en consideración lo siguiente:

1. La historia, entendida como el conjunto de hechos humanos ocurridos en el pasado, es una realidad objetiva, inalterable e independiente, y aún cuando es difícil llegar a la verdad el historiador ensaya la interpretación.
2. No es predictiva y tampoco descubre leyes científicas.
3. El relato histórico deberá expresar primero la realidad, que tendrá que ser una descripción verídica del pasado; y luego, un ensayo sobre la comprensión e interpretación del hecho.
4. En cuanto al método, para llegar a dicho conocimiento histórico se hace imprescindible llevar a cabo una observación imparcial fruto del distanciamiento entre sujeto y objeto. La tarea del historiador consiste en concentrarse en el acopio y ordenación de los hechos a partir del análisis crítico y objetivo de las fuentes históricas documentales y no documentales. Sólo así le sería permitida alguna interpretación.
5. Ahora, con el aporte del historiador francés Fernand Braudel (1902 – 1985) la historia maneja sus tiempos y ritmos. Constituidos por el tiempo rápido del acontecimiento, el soplo corto y dramático de la batalla y el tiempo largo de la vida material. Tres tiempos y niveles distintos: a) La larga duración de la estructura; marcos geográficos, realidades biológicas, limites de productividad; b) El tiempo medio de la coyuntura; curva de precios, progresión demográfica, movimiento de salarios; y c) El tiempo corto; del acontecimiento, episódica, del individuo.


Lo que hemos analizado de la cultura e historia nos permitiría reducir nuestro amplio campo de estudio en las discontinuidades, las innovaciones y puntos de ruptura o tiempos de crisis. Además, debemos tener en consideración que la historia moderna deja de basarse esencialmente en lo rural para preocuparse por la ciudad, la metrópoli, que probablemente hoy en día pretenda reunir a toda la historia de los pueblos.

Observamos que para nuestro campo de estudio debemos incluir a los conocimientos, capacidades, situaciones o condiciones; es decir a las manifestaciones o situaciones de los hombres en un momento (sincrónico) o periodo (diacrónico) determinado. Y aquí surgen dos factores; el espacio y el tiempo. Para el estudio de la realidad nacional como síntesis de su desenvolvimiento histórico el tiempo es el hoy y el espacio es el Perú, pero para obtener esta síntesis debemos previamente analizar cada uno de los componentes del país; que en el espacio es regional y hasta local, o, desde un enfoque transversal, son las ocho regiones naturales, o, como invita Carlos Amat, sobre el desarrollo de los factores culturales en cada cuenca de los ríos del Perú
[1]. En el tiempo, los elementos lo constituyen las sucesivas etapas históricas, pero teniendo siempre presente que cada una antecede y explica a la otra, sin llegar al determinismo de causa - efecto porque sino negaríamos la acción del hombre en su presente, quien es al fin y al cabo el que crea las condiciones para que el hecho histórico se dé de un modo o de otro.

Observamos que aquí surgiría la revisión de un paradigma de la historiografía oficial, porque ya no hablaríamos de una historia homogénea y lineal sino de una historia nacional que incluiría a las otras de cada espacio nacional. Y en este intento se confirmarían informaciones e interpretaciones de la historiografía nacional, se descartarían algunas y descubrirían nuevas hipótesis.

En este punto ya podemos intentar dar respuesta a nuestras preguntas iníciales. El estudioso, el historiador no podrá explicar el presente por el pasado en una relación determinista o de causa y efecto; porque su principal tarea será describir, lo más objetivamente, el pasado, y a lo sumo ensayara comprender e interpretar la estructura, la coyuntura o el acontecimiento histórico cultural.

En la segunda parte de este artículo nos referiremos a lo que el historiador Paulo Drinot sindica como la esquizofrenia que caracteriza la conciencia histórica peruana, y en una Identidad basada en la diversidad.


[1] AMAT Y LEÓN, Carlos. “Manejo de los Recursos Naturales y Desarrollo Rural”. En: Echevarría, Ruben (Editor). Desarrollo Territorial Rural en América Latina y el Caribe: Manejo Sostenible de Recursos Naturales, Acceso a Tierras y Finanzas Rurales. Banco Interamericano de Desarrollo, Washington D.C., 2003.


Nota: Fotografía “Las Mellizas de Anchonga” (Huancavelica/ Perú). El Comercio, Domingo 22 de junio del 2008.

4.8.08

Comentarios a las comparaciones entre el Perú y México

Hace un par de semanas posteamos la primera parte de unas notas sobre el estado de las lenguas nativas en el Perú y México durante la época colonial., animados por un interesante post del Dr. Felipe Castro Gutiérrez. Hemos recibido y publicamos la réplica del Dr. Castro a nuestras comparaciones.


José Luis Igue tiene mucha razón en señalar la pertinencia e interés de las comparaciones entre México y Perú, sobre todo para la época colonial (en la cual había frecuentes vínculos y relaciones que, hasta donde me consta, aun quedan por estudiarse). Las comparaciones siempre resultan tentadoras, y creo recordar que algunas veces he incurrido en ellas. Sus resultados en la investigación histórica son, sin embargo, ambiguos. Ocurre que, a diferencia de los biólogos, no podemos aislar artificialmente las variables estudiadas, y en contraste con los sociólogos, nos resulta difícil reducir la realidad a elementos cuantificables. Las variables en historia son demasiado complejas, y en todo caso nuestro asunto siempre es lo peculiar y específico. Cada situación, cada momento histórico, es por definición único e irrepetible.

Pero si la comparación como método es de utilidad incierta, resulta mucho más valiosa cuando la utilizamos como provocación cognoscitiva. Pienso sobre todo en el descubrimiento de lo excepcional en lo que creíamos rutinario (por ejemplo, en otros tiempos resultaba extrañísimo para los mexicanos que viajaban al extranjero descubrir que había países donde se criticaba abiertamente al presidente). Y, también, en lo paradójico: hay procesos históricos paralelos que tienen resultados que, en primera instancia, parecen ir en contra lo esperado. Como señala muy bien el artículo de Igue, a pesar de que en Perú no ocurrió un desarrollo culterano de las lenguas nativas comparable al de México, el quechua y el aymará siguieron siendo lenguas cotidianas no sólo de los indígenas sino de otros sectores sociales. El asunto, ciertamente, da para pensar que el desarrollo de una literatura culta no siempre va de la mano con el arraigo popular de un idioma. Habrá que seguir cambiando notas y reflexionando sobre el tema.