28.6.08

Notas sobre el criollismo (I)


A propósito del inagotable debate sobre la palabra cholo y la choledad en general, opino que sería interesante hacer una comparación de lo cholo con lo criollo desde una perspectiva histórica.

Esta comparación sería interesante en primer lugar porque ambos términos se han imaginado siempre como distintos y opuestos, como parte de los extremos que ciertamente dividen al Perú de hoy.

Al entrar en la evolución de las ideas sobre lo criollo y el criollismo, podríamos ver que este extremo de la peruanidad también tiene las marcas de hibridez que la palabra "cholo" evoca normalmente (ver aquí, aquí en versión misti y aquí). Sí, los intelectuales que vieron el proceso de cholificación por los años 60 no opusieron lo cholo a lo criollo; la cholificación fue definida como el acriollamiento de los migrantes andinos en las ciudades costeñas (1). Pero en esta interpretación resulta, sin embargo, llamativo que lo criollo jamás fuera descompuesto, ni analizado, resultando una categoría "de piedra" (como sucede también con la categoría indio).

En la foto de arriba (tomada de aquí), Chabuca Granda. Chabuca fue tal vez una de las más ayudó a introducir el cajón que hoy llamamos peruano en la ejecución del vals, cosa normal en la actualidad (2). En perspectiva histórica, todo ello resulta fascinante dado que durante la colonia muy difícilmente a un criollo se le hubiera ocurrido declarar su afición por la música de los descendientes de África, o celebrarla como parte de su identidad en El Mercurio Peruano. El estándar musical de un programa como "Mediodía Criollo" (valses, polkas, festejos, marineras sobre todo norteñas, tonderos y landós) tiene poco o nada que ver con el concepto del criollismo colonial y republicano quizá mediados del siglo XIX (3). El criollismo contemporáneo presenta como tradición y costumbre "de antaño" lo que en realidad es bastante moderno, cronológica y conceptualmente.

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(1) Véase Aníbal Quijano, La emergencia del grupo cholo y sus implicaciones en la sociedad peruana (Lima: PUCP, 1967).

(2) Como cuenta el señor Felipe Santiago Borgana Portolatín, jaranero de inicios del siglo XX: "Antes no había luz eléctrica como ahora, no se conocía la luz eléctrica, las calles se alumbraban con lamparín de kerosene. [...] En ese tiempo la música era sólo con guitarra, nada de cajón, eso sólo era para la marinera. Se usaba las castañuelas para acompañar la guitarra, cuando no había castañuelas buenas eran dos cucharas que se tocaban por la parte de atrás, llevando el compás de la guitarra, al final se tocaba el andavete". En: Municipalidad de Lima, Barrios Altos: testimonios orales (Lima: La Municipalidad, 1998), 138.

(3) Sobre el criollismo colonial, véase Bernard Lavallé, Las promesas ambiguas: ensayos sobre el criollismo colonial en los Andes (Lima: PUCP. Instituto Riva-Agüero, 1993).

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