4.6.07

Apuntes para la historia de la deuda externa e interna en el Perú (I Parte)


Por: Héctor Huerto Vizcarra

La historia de la deuda externa e interna en el Perú, es una historia de fracasos, frustraciones y de mucha corrupción. No es exagerado afirmar esto si se consigue estudiar de manera crítica todo el proceso de endeudamiento, primero con Inglaterra y después con Estados Unidos y Europa en general, al cual el Perú estuvo y está sometido. La influencia que esto ha tenido en nuestro devenir histórico como país, es real y no un mero artilugio ideológico como algunos pretenden afirmar. Paradójicamente, muy poco se conoce sobre este tema a pesar de constituir un problema para nuestro desarrollo en la actualidad. Por ello surge nuestro interés por difundirlo, para así generar conciencia de que este no es un problema nuevo, y que la deuda en nuestra historia no nos ha proporcionado mayores beneficios para la población, sino más bien, demasiadas pérdidas para el Perú.

A continuación, se desarrollará una breve reseña de los puntos más importantes sobre la historia de la deuda externa e interna del Perú.

I. Etapas de la evolución de la deuda interna y externa

1. Un Perú independientemente endeudado.-

Tal como lo demuestra Basadre, en la Historia de la República del Perú, ni bien nuestro país pudo lograr su independencia se vio agobiado por considerables deudas con los países extranjeros que apoyaron la gesta libertadora, así como con peruanos que hicieron similares aportes. Casi todos los países que intervinieron en nuestra independencia, nos solicitaron tiempo después o durante la campaña libertadora, el reconocimiento de deudas con ellos, causadas por los gastos que la empresa libertadora en el Perú les había implicado. Así, en virtud del tratado del 26 de abril de 1823 con Chile, el Perú reconoció como deuda suya el préstamo que había sido contratado por el comisionado de Chile, José de Irisarri, que ascendía a 1 millón 500 mil pesos, pero que para la fecha a causa de los intereses llegaba a los 3 millones de pesos. Esta deuda con el país del sur recién sería tratada nuevamente en 1848; por la convención del 12 de setiembre de ese año, el Perú se comprometió en abonar 4 millones de pesos. De igual manera, se reconoció una deuda con la Gran Colombia por el tratado de setiembre de 1829 en Guayaquil, y su monto ascendía a 5 millones de pesos, aparte del millón que le fue obsequiado a Bolívar por el Congreso de 1825, con lo que la deuda con ese país ascendía para 1829 a 6 millones de pesos. Solo Argentina no nos pidió reconocer deuda alguna, y probablemente esto se deba a que la expedición de San Martín al Perú fuera financiada con capitales chilenos.

Aparte de este tipo de deudas causadas por los gastos de nuestra independencia, el Perú dada la crisis económica en la que se hallaba sumido tras varios años de estar en guerra con España, recurre a dos préstamos de capitales ingleses. El primero Emprésito del 11 de octubre 1822, según Tantaleán, tratado por Juan García del Río y Diego de Paroissien (comisionados por San Martín en diciembre de 1821) con Tomás Kinder, por un valor de 1 millón 200 mil libras esterlinas, al tipo de 75%, con interés del 6% anual, comisión del contratista del 2% y entrega en seis plazos hasta 1823. Se da como garantías las entradas de la Casa de la Moneda, las aduanas y demás rentas. Tantaleán agrega además que el contrato debía ser pagado en 30 años a 40 000 libras esterlinas por año. Al final solo se recibe el monto de 900 000. Según M. F. Paz Soldán, “el prestamista eludió los pagos en los plazos estipulados y ocasionó al Perú quebrantos notables en su crédito y en su hacienda, con las escandalosas protestas de las letras giradas debido, en gran parte, a la desatendencia completa de las indicaciones hechas oportunamente por nuestros comisionados en Europa, muy particularmente por la discordia civil entre Riva Agüero y Tagle y muchas otras causas.”[1]

El segundo préstamo no tardó en llegar. Este emprésito fue negociado con Kinder por el inglés John Parish Robertson, el 21 de enero de 1825; según Tantaleán, por un monto de 616 000 libras, con un valor de colocación del 83%. “En el siglo XIX existía la costumbre de los agentes y bancos de adquirir los bonos de la deuda a precios inferiores a su valor nominal”.[2] Estas operaciones financieras se realizaron sin conocimiento de la representación peruana en Londres. Según Mariano Felipe Paz Soldán, el préstamo anterior fue ruinoso, y que solo sirvió para satisfacer la codicia de Kinder, mientras que en el segundo, Robertson entregó menos dinero de lo acordado.[3] Dancuart afirma que en el primer préstamo ocurrieron actos irregulares y que se dio cuenta al Congreso, que ordenó al Ejecutivo que cambiase los comisionados.[4]

Del monto total de estos dos préstamos, 1 816 000 libras, solo se obtuvieron 947 393 libras, según Palacios, aunque según fuentes inglesas el Perú recibió 1 491 480.[5] Según Basadre, en el segundo préstamo solo se emitieron los bonos correspondientes a 577 500 libras, dándole al Perú un producto efectivo de 200 385 libras a causa de errores y actos irregulares del comisionado. Lo que si es mas claro es la finalidad que tuvieron estos préstamos; para Enrique Amayo ambos préstamos fueron solicitados para comprar material de guerra, y ambos fueron arreglados en 1849, cuando se reconvirtió la deuda externa por primera vez en el país. La reconversión de una deuda significaba el obtener nuevas condiciones de pago para el país deudor, lo que implicaba para la época la obtención de un préstamo mayor que absorbía la deuda anterior, y eso fue lo que paso en 1849 con el Perú. Pero antes de que se diera este arreglo, el gobierno deja de pagar la deuda externa el 15 de abril de 1826, y así se da la primera moratoria unilateral del Perú.[6]

Pero las deudas del Perú no solo se limitaban al capital internacional. “Esta provenía, en conjunto, de la falta de abono a los servidores públicos, de los suministros hechos a los ejércitos patriotas, de los pagos hechos en 1825 por los premios otorgados por el Congreso con la esperanza de un emprésito que no llegó a verificarse, de emprésitos voluntarios o forzosos contratados por los sucesivos gobiernos (...) Asimismo, pasaron a integrarla las deudas legalmente contraídas por el gobierno colonial ...”[7] De esta manera, esta deuda interna puede ser enumerada de la siguiente manera, aunque de manera parcial me temo:

1. Comerciantes ingleses por un emprésito en 1822 de 74 000 pesos.
2. Comerciantes y propietarios de Lima por un emprésito de 200 000 pesos en 1823.
3. Emprésito del Tribunal del Consulado en 1823 de 80 000 pesos.
4. Emprésito contratado por Tagle con Juan Ignacio Palacios como representante de varios comerciantes por 50 000 pesos en dinero y 150 000 en víveres y útiles de maestranza. Obligándose el gobierno a pagar 300 000 pesos en derechos de aduana y entregando al contratista “la facultad de variar el régimen de aduana y algunos empleados y sustituirlos con otros de su confianza.”[8]

Como podemos observar, esta deuda interna, permitió que en algunas ocasiones, como la del punto 4 de la relación anterior, capitales privados ejercieran directa influencia dentro del Estado y lo limitaran en sus funciones o asumieran funciones que le deberían corresponder, como en el caso de la designación de los empleados de aduanas.

Los pagos para saldar la deuda interna fueron los siguientes: Entre 1825 y abril de 1827 se pagó poco más de 1’ 800 000 pesos en deuda interna reconocida, y quedaron por abonar 5’ 200 000 pesos, aparte de los créditos por reconocer, entre ellos los de la época colonial. Al congreso de 1827 se le presentó un estado de la deuda interna que ascendía a 14’ 200 000 pesos en establecimientos de Lima, y correspondían al Consulado 7’ 760 000. De este monto debían rebajarse como 2 millones por pertenecer a emigrados, residentes en país enemigo y desaparecidos.

Dentro de estos pagos, los hechos escandalosos no estaban ausentes. El Congreso aprobó el 5 de marzo y Bolívar promulgaron el 9 del mismo mes de 1825 una ley en la cual se pueda disponer de todos los bienes muebles e inmuebles que tenía el Estado, de los cuales podía prescindir, y se entregasen a los acreedores de la deuda pública. Esta ley permitió que por escritura pública extendida en Lima el 28 de setiembre de 1826 se cediera a José Antonio de Quintana una mina de brea llamada entonces Amotape y después, La Brea y Pariñas, en pago de la cantidad de 4 964 pesos que le adeudaba el erario nacional. Así nació la ruidosa cuestión de la Brea y Pariñas.[9]

La deuda interna, sin embargo, continuó creciendo, gracias a la ley de reforma militar del 12 de diciembre de 1829, en la cual no solo se permitía que se pagara a los servidores públicos en bienes nacionales, sino también en cédulas de reforma según el tiempo, calidad y número de servicios. De esta manera en un año la deuda ascendía a 1 493 186 pesos (posiblemente este sea el monto solo de la deuda reconocida), incrementándose hasta 1833, año en el cual se dio otra ley, del 13 de febrero, para que se aplicara a la deuda pública los bienes de los conventos supresos.[10] Pero esto no quedo ahí, y el monto continuamente se incrementaba a causa de la constante inestabilidad del país en los primeros años de la república. “Fueron frecuentes, sobre todo, durante la anarquía de 1835 y durante las guerras de restauración de 1837 y 1838-39 y las guerras de 1841, las exacciones forzosas que tomaron el nombre de emprésitos.”[11] Muchos de los cuales eran tomados como anticipos sobre los derechos ordinarios de aduana. (continuará...)


[1] citado en Basadre Historia de la República del Perú p. 123/1

[2] Tantaleán, p. 31

[3] Tomo II, p. 156-157. Historia del Perú Independiente.

[4] Emilio Dancuart. Anales de la Hacienda Pública del Perú, 1821-1889.

[5] Carlos Palacios. La deuda anglo peruana, 1822-1890. Carlos Marichal. Historia de la deuda externa de América Latina, 1988.

[6] Habría que preguntarse si es moratoria o cese de pago. Tal como lo define Oscar Ugarteche, una moratoria implica el no pago de los intereses del préstamo, mientras que un cese de pago implica el no pago de parte del capital prestado.

[7] Basadre p. 123.

[8] ídem.

[9] Toda esta información se halla en las pp. 122-125.

[10] Basadre Tomo II, p. 492/1

[11] Basadre Tomo II, p. 492/2

3 comentarios:

Mirko Díaz dijo...

Primero reciba mis saludos estimado Hector, agradecerle por sus articulos sobre la Historia de la Deuda Externa, como profesor de ciencias sociales, debo recurrir a la información que usted como historiador ha desarrollado en este blog, su labor por lo tanto es de gran utilidad para mi y para mis alumnos... Por lo que quería felicitarlo y pedirle continue con esta gran labor muy poco a veces reconocida...

Mirko Díaz

Héctor Huerto Vizcarra dijo...

Gracias Mirko, tu comentario me motiva mucho para seguir investigando y escribiendo. Te cuento que estos articulos sobre la deuda externa, mas que un ensayo son apuntes. Los hice a pedido de la RED JUBILEO PERU que ve justamente el tema. Espero en algún momento retomar el tema para hacer un buen ensayo sobre el asunto. Espero me perdones la mala redacción de estos apuntes, al publicarlos no pude darles una releida.

Mas bien, te recomiendo los ensayos sobre el tema de Oscar Ugarteche, te pueden servir mucho.

Lucia dijo...

Muchas gracias por este blog que le ha regalado a la población internauta, es de gran ayuda. Felicitaciones.