Amigos de “Ahora… y en la Historia” explicito mi añorado nombre de infancia, porque despistado creía ver las autorías de los artículos de este interesante blog como MARCAYUQ o EL CANTANTE entra otros, hasta que Héctor Huerto me sacó de esta alucinación.
¿Somos así porque fuimos así? ¿Podemos explicar el presente por el pasado o sólo comprenderlo? ¿El pasado determina el presente? Son tres preguntas que en tiempos de crisis variopintas personalidades se hacen con la intención de buscar culpables, causas y tendencias, casi deterministas, en la historia. Sin embargo, considero pertinente que para formular algunas respuestas se tiene que pensar en cómo llegar a conocer, dentro del estudio de la realidad nacional el campo de nuestra historia y cultura.
El Diccionario de la Lengua Española significa a la cultura como al conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. La era post moderna que todo relativiza exige una nueva conceptualización del término cultura, por lo que traemos a cuenta la siguiente reflexión del pensador portugués José Saramago:
“
Este pensamiento exalta algunas de las consecuencias de las características adoptadas por esta Era. El futurólogo estadounidense Alvin Toffler (1928) escribió el año 1985 la obra titulada La tercera Ola, donde describe las transformaciones suscitadas en el mundo a lo largo de su historia. Aún cuando podamos discrepar de la homogenización que hace este autor de la propia historia universal, destacamos en que A. Toffler considera a la historia como una sucesión de encrespadas olas de cambio, y plantea desarrollar la respuesta a la pregunta ¿A dónde nos lleva la línea de avance de cada Ola? Además, centra nuestra atención no tanto en las continuidades de la historia sino en las discontinuidades, las innovaciones y puntos de ruptura, e identifica las pautas fundamentales de los cambios.
A contracorriente de esta visión lineal tenemos la posición del padre del Materialismo Cultural Marvin Harris, expuesta en la obra Reyes y Guerreros que sitúa todos los grandes cambios en la necesidad vital por renovar modelos de producción, particularmente de alimentos, ante el exponencial incremento poblacional y su insatisfacción alimentaría; es decir una crisis de crecimiento.
Ahora bien, la historia es el conjunto de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un pueblo o de una nación. También debemos tener en consideración lo siguiente:
1. La historia, entendida como el conjunto de hechos humanos ocurridos en el pasado, es una realidad objetiva, inalterable e independiente, y aún cuando es difícil llegar a la verdad el historiador ensaya la interpretación.
2. No es predictiva y tampoco descubre leyes científicas.
3. El relato histórico deberá expresar primero la realidad, que tendrá que ser una descripción verídica del pasado; y luego, un ensayo sobre la comprensión e interpretación del hecho.
4. En cuanto al método, para llegar a dicho conocimiento histórico se hace imprescindible llevar a cabo una observación imparcial fruto del distanciamiento entre sujeto y objeto. La tarea del historiador consiste en concentrarse en el acopio y ordenación de los hechos a partir del análisis crítico y objetivo de las fuentes históricas documentales y no documentales. Sólo así le sería permitida alguna interpretación.
5. Ahora, con el aporte del historiador francés Fernand Braudel (1902 – 1985) la historia maneja sus tiempos y ritmos. Constituidos por el tiempo rápido del acontecimiento, el soplo corto y dramático de la batalla y el tiempo largo de la vida material. Tres tiempos y niveles distintos: a) La larga duración de la estructura; marcos geográficos, realidades biológicas, limites de productividad; b) El tiempo medio de la coyuntura; curva de precios, progresión demográfica, movimiento de salarios; y c) El tiempo corto; del acontecimiento, episódica, del individuo.
Lo que hemos analizado de la cultura e historia nos permitiría reducir nuestro amplio campo de estudio en las discontinuidades, las innovaciones y puntos de ruptura o tiempos de crisis. Además, debemos tener en consideración que la historia moderna deja de basarse esencialmente en lo rural para preocuparse por la ciudad, la metrópoli, que probablemente hoy en día pretenda reunir a toda la historia de los pueblos.
Observamos que para nuestro campo de estudio debemos incluir a los conocimientos, capacidades, situaciones o condiciones; es decir a las manifestaciones o situaciones de los hombres en un momento (sincrónico) o periodo (diacrónico) determinado. Y aquí surgen dos factores; el espacio y el tiempo. Para el estudio de la realidad nacional como síntesis de su desenvolvimiento histórico el tiempo es el hoy y el espacio es el Perú, pero para obtener esta síntesis debemos previamente analizar cada uno de los componentes del país; que en el espacio es regional y hasta local, o, desde un enfoque transversal, son las ocho regiones naturales, o, como invita Carlos Amat, sobre el desarrollo de los factores culturales en cada cuenca de los ríos del Perú[1]. En el tiempo, los elementos lo constituyen las sucesivas etapas históricas, pero teniendo siempre presente que cada una antecede y explica a la otra, sin llegar al determinismo de causa - efecto porque sino negaríamos la acción del hombre en su presente, quien es al fin y al cabo el que crea las condiciones para que el hecho histórico se dé de un modo o de otro.
Observamos que aquí surgiría la revisión de un paradigma de la historiografía oficial, porque ya no hablaríamos de una historia homogénea y lineal sino de una historia nacional que incluiría a las otras de cada espacio nacional. Y en este intento se confirmarían informaciones e interpretaciones de la historiografía nacional, se descartarían algunas y descubrirían nuevas hipótesis.
En este punto ya podemos intentar dar respuesta a nuestras preguntas iníciales. El estudioso, el historiador no podrá explicar el presente por el pasado en una relación determinista o de causa y efecto; porque su principal tarea será describir, lo más objetivamente, el pasado, y a lo sumo ensayara comprender e interpretar la estructura, la coyuntura o el acontecimiento histórico cultural.
En la segunda parte de este artículo nos referiremos a lo que el historiador Paulo Drinot sindica como la esquizofrenia que caracteriza la conciencia histórica peruana, y en una Identidad basada en la diversidad.
[1] AMAT Y LEÓN, Carlos. “Manejo de los Recursos Naturales y Desarrollo Rural”. En: Echevarría, Ruben (Editor). Desarrollo Territorial Rural en América Latina y el Caribe: Manejo Sostenible de Recursos Naturales, Acceso a Tierras y Finanzas Rurales. Banco Interamericano de Desarrollo, Washington D.C., 2003.
Nota: Fotografía “Las Mellizas de Anchonga” (Huancavelica/ Perú). El Comercio, Domingo 22 de junio del 2008.
¿Somos así porque fuimos así? ¿Podemos explicar el presente por el pasado o sólo comprenderlo? ¿El pasado determina el presente? Son tres preguntas que en tiempos de crisis variopintas personalidades se hacen con la intención de buscar culpables, causas y tendencias, casi deterministas, en la historia. Sin embargo, considero pertinente que para formular algunas respuestas se tiene que pensar en cómo llegar a conocer, dentro del estudio de la realidad nacional el campo de nuestra historia y cultura.
El Diccionario de la Lengua Española significa a la cultura como al conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grado de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc. La era post moderna que todo relativiza exige una nueva conceptualización del término cultura, por lo que traemos a cuenta la siguiente reflexión del pensador portugués José Saramago:
“
El nuestro es un mundo donde el modo de vivir cada vez va siendo menos el
nuestro. Todos los días se extinguen especies animales y vegetales, todos los
días hay profesiones que se tornan inútiles, idiomas que dejan de tener personas
que las hable, tradiciones que pierden sentido, sentimientos que se convierten
en sus contrarios” (La Caverna)
Este pensamiento exalta algunas de las consecuencias de las características adoptadas por esta Era. El futurólogo estadounidense Alvin Toffler (1928) escribió el año 1985 la obra titulada La tercera Ola, donde describe las transformaciones suscitadas en el mundo a lo largo de su historia. Aún cuando podamos discrepar de la homogenización que hace este autor de la propia historia universal, destacamos en que A. Toffler considera a la historia como una sucesión de encrespadas olas de cambio, y plantea desarrollar la respuesta a la pregunta ¿A dónde nos lleva la línea de avance de cada Ola? Además, centra nuestra atención no tanto en las continuidades de la historia sino en las discontinuidades, las innovaciones y puntos de ruptura, e identifica las pautas fundamentales de los cambios.
A contracorriente de esta visión lineal tenemos la posición del padre del Materialismo Cultural Marvin Harris, expuesta en la obra Reyes y Guerreros que sitúa todos los grandes cambios en la necesidad vital por renovar modelos de producción, particularmente de alimentos, ante el exponencial incremento poblacional y su insatisfacción alimentaría; es decir una crisis de crecimiento.
Ahora bien, la historia es el conjunto de los sucesos o hechos políticos, sociales, económicos, culturales, etc., de un pueblo o de una nación. También debemos tener en consideración lo siguiente:
1. La historia, entendida como el conjunto de hechos humanos ocurridos en el pasado, es una realidad objetiva, inalterable e independiente, y aún cuando es difícil llegar a la verdad el historiador ensaya la interpretación.
2. No es predictiva y tampoco descubre leyes científicas.
3. El relato histórico deberá expresar primero la realidad, que tendrá que ser una descripción verídica del pasado; y luego, un ensayo sobre la comprensión e interpretación del hecho.
4. En cuanto al método, para llegar a dicho conocimiento histórico se hace imprescindible llevar a cabo una observación imparcial fruto del distanciamiento entre sujeto y objeto. La tarea del historiador consiste en concentrarse en el acopio y ordenación de los hechos a partir del análisis crítico y objetivo de las fuentes históricas documentales y no documentales. Sólo así le sería permitida alguna interpretación.
5. Ahora, con el aporte del historiador francés Fernand Braudel (1902 – 1985) la historia maneja sus tiempos y ritmos. Constituidos por el tiempo rápido del acontecimiento, el soplo corto y dramático de la batalla y el tiempo largo de la vida material. Tres tiempos y niveles distintos: a) La larga duración de la estructura; marcos geográficos, realidades biológicas, limites de productividad; b) El tiempo medio de la coyuntura; curva de precios, progresión demográfica, movimiento de salarios; y c) El tiempo corto; del acontecimiento, episódica, del individuo.
Lo que hemos analizado de la cultura e historia nos permitiría reducir nuestro amplio campo de estudio en las discontinuidades, las innovaciones y puntos de ruptura o tiempos de crisis. Además, debemos tener en consideración que la historia moderna deja de basarse esencialmente en lo rural para preocuparse por la ciudad, la metrópoli, que probablemente hoy en día pretenda reunir a toda la historia de los pueblos.
Observamos que para nuestro campo de estudio debemos incluir a los conocimientos, capacidades, situaciones o condiciones; es decir a las manifestaciones o situaciones de los hombres en un momento (sincrónico) o periodo (diacrónico) determinado. Y aquí surgen dos factores; el espacio y el tiempo. Para el estudio de la realidad nacional como síntesis de su desenvolvimiento histórico el tiempo es el hoy y el espacio es el Perú, pero para obtener esta síntesis debemos previamente analizar cada uno de los componentes del país; que en el espacio es regional y hasta local, o, desde un enfoque transversal, son las ocho regiones naturales, o, como invita Carlos Amat, sobre el desarrollo de los factores culturales en cada cuenca de los ríos del Perú[1]. En el tiempo, los elementos lo constituyen las sucesivas etapas históricas, pero teniendo siempre presente que cada una antecede y explica a la otra, sin llegar al determinismo de causa - efecto porque sino negaríamos la acción del hombre en su presente, quien es al fin y al cabo el que crea las condiciones para que el hecho histórico se dé de un modo o de otro.
Observamos que aquí surgiría la revisión de un paradigma de la historiografía oficial, porque ya no hablaríamos de una historia homogénea y lineal sino de una historia nacional que incluiría a las otras de cada espacio nacional. Y en este intento se confirmarían informaciones e interpretaciones de la historiografía nacional, se descartarían algunas y descubrirían nuevas hipótesis.
En este punto ya podemos intentar dar respuesta a nuestras preguntas iníciales. El estudioso, el historiador no podrá explicar el presente por el pasado en una relación determinista o de causa y efecto; porque su principal tarea será describir, lo más objetivamente, el pasado, y a lo sumo ensayara comprender e interpretar la estructura, la coyuntura o el acontecimiento histórico cultural.
En la segunda parte de este artículo nos referiremos a lo que el historiador Paulo Drinot sindica como la esquizofrenia que caracteriza la conciencia histórica peruana, y en una Identidad basada en la diversidad.
[1] AMAT Y LEÓN, Carlos. “Manejo de los Recursos Naturales y Desarrollo Rural”. En: Echevarría, Ruben (Editor). Desarrollo Territorial Rural en América Latina y el Caribe: Manejo Sostenible de Recursos Naturales, Acceso a Tierras y Finanzas Rurales. Banco Interamericano de Desarrollo, Washington D.C., 2003.
Nota: Fotografía “Las Mellizas de Anchonga” (Huancavelica/ Perú). El Comercio, Domingo 22 de junio del 2008.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario