23.4.08

¿Nacionalismos de Izquierda en América Latina? I Parte

Por Nayib

El nacionalismo es un sentimiento de arraigo a un territorio y comunidad humana, de identidad con la gente que habita en él, su quehacer material, cultural y espiritual; de compartir tristezas, fracasos, logros y alegrías, y aún cuando no se logre conocer a todos los miembros de esta gran comunidad crees compartir las mismas querencias. En Occidente, desde un principio, se fueron acuñando una serie de valores compartidos a través de una historia más o menos común y los estados nación surgieron ofreciendo ciudadanía, igualdad ante la ley y participación en la toma de decisiones políticas que le atañe a esta sociedad civil. Por esto, en los países del primer mundo, occidentales, el nacionalismo es algo natural y sano, y sólo despierta preocupación cuando inspira doctrinas o ideologías totalitarias y dañinas, o fanatismos xenófobos o de destinos manifiestos.

En latitudes colonizadas por el hombre occidental, los grupos que emprendieron las luchas por la liberación e independencia de los pueblos afincados en los territorios de América, África y Asia, una vez acometida tamaña empresa y sentenciada por sangrientas guerras o épicas resistencias pacíficas, fundan los nóveles estados nación. Y aquí surge la primera encrucijada ¿qué nación? funda este nuevo estado de cosas; ¿La original con su propia cosmovisión del mundo, creencias, cultura y raza; o la recientemente instaurada a fuerza de espada, derecho internacional occidental y religión?

En la mayoría de los nuevos estados se aplicó una definición ecléctica; escogiendo alguna parte, normalmente menor, del carácter de la proto nación, atávica; y la otra, que respetó la estructura política, social, económica; y mantuvo el carácter cultural occidental; en otras palabras, el estatus de los descendientes del colonizador.

Hablar de nacionalismo, hace poco tiempo atrás, era referirnos a un valor reconocido como positivo para el fortalecimiento y desarrollo de la identidad del estado nación; sin embargo, los fuertes vientos de la globalización relativizan este sentimiento de arraigo e invitan a los pueblos a constituirse en ciudadanos de un mundo en proceso de homogenización. Entonces, ser nacionalista resulta hoy poco moderno y hasta anacrónico. Existen grupos sociales que no concuerdan con esta visión, hasta cierto punto utópico, de la aldea global, y se adhieren a un pensamiento anti sistema, pretendiendo construir un andamio ideológico basado en el nacionalismo con tendencias reformistas y, en no pocos casos, empleando la violencia.

Según el Diccionario de la Lengua Española el nacionalismo es la ideología que atribuye entidad propia y diferenciada a un territorio y a sus ciudadanos, y en la que se fundan aspiraciones políticas muy diversas. Max Weber refiere que la nación es un concepto que, si se considera unívoco, no puede nunca ser definido de acuerdo con las cualidades empíricas que le son atribuidas. Quienes lo utilizan le dan, por lo pronto, el siguiente significado indudable: la posesión por ciertos grupos humanos de un sentimiento específico de solidaridad frente a otros. Concepto que pertenece a la esfera estimativa. Sin embargo no hay acuerdo ni sobre la forma en que han de delimitarse tales grupos ni acerca de la acción comunitaria resultante de la mencionada solidaridad.[1] Siempre el concepto de nación nos refiere al poder político y lo nacional es un tipo especial de pathos que en un grupo humano unido por una comunidad de lenguaje, de religión, de costumbres o de destino, se vincula a la idea de una organización política propia, ya existente o a la que aspira y cuanto más se carga el acento sobre la idea de poder, tanto más específico resulta ese sentimiento patético.

Ahora desarrollaremos un análisis más detallado sobre el nacionalismo. El cientista político Hans Kohn[2] acuñó el concepto del tipo de nacionalismo cívico/territorial occidental, caracterizándolo como continente de los principios de revaloración de la democracia participativa, los derechos del hombre y el ciudadano, la igualdad ante la ley con los mismos deberes y derechos, del humanismo y la constante búsqueda del bienestar general[3]. Aún cuando utópico y positivo su mejor rostro se trasluce en el ahora armonioso, y paradigma de la globalización, continente europeo, un occidente mejor definido y delimitado comparándolo con otras latitudes del mundo. Pero, todo este atributo tan positivo del nacionalismo sólo se evidencia cuando Nación y Democracia van juntas, son pares indisolubles, y pertenecen a la comunidad organizada sobre la base de individuos que comparten ciertos rasgos: lugar de nacimiento, cultura, idioma, pertenencia a un territorio, religión, costumbres, historia, vicisitudes de la vida; y que tienen una mayor participación en la toma de decisiones sobre la vida política, social, jurídica y económica de la nación. Una nación inclusiva que no margina ni excluye.

Ahora, ¿Éste es el único tipo de nacionalismo?

[1] Max Weber. Economía y Sociedad. FCE. Mexico. Ed. 1984. Pag. 678, 679.

[2] Hans-Joachin König. “Nacionalismo y Nación en la Historia de Iberoamerica” En Hans-Joachin König, Tristan Platt y Collin Lewis. Estado Nación, Comunidad Indígena, Industria. Tres Debates al Final del Milenio. Holanda, 2000. Pag. 12. Hans Kohn, es miembro prominente del movimiento sionista e historiador académico, hizo contribuciones importantes al pensamiento en nacionalismo, identidad nacional, al estudio de los procesos del edificio de estados y naciones, y a la confrontación entre europeo y no europeo, específicamente culturas orientales.

[3] Este mismo nacionalismo cívico territorial occidental ha originado el nazismo y fascismo destructivos, así como de las actuales corrientes xenofóbicas de la juventud europea en contra de los inmigrantes de “color” que forjan el nuevo proletariado del primer mundo.

1 comentario:

Héctor Huerto Vizcarra dijo...

Nayib interesante comienzo y apertura del tema.

Me parece que una de las principales criticas que se plantean al nacionalismo histórico es su estrecho vínculo con visiones etnocéntricas de la sociedad: la idea de una cultura única, homogenea, y sobre todo, predominante.

Es en ese sentido en que se enmarcan los estado nación del XIX y mediados del XX. Sin embargo, la realidad siempre fue diferente, al menos desde mi punto de vista.

Los Estados, incluso los europeos, no era más que la amalgama apresurada de diferentes culturas. Si no me crees te recomiendo visitar Italia o España.

También hay que recordar que junto con la idea de los estado nación, Weber postuló el monopolio que debía tener el estado del uso de la violencia. De alguna manera, esto le propicionaba la legitimidad necesaria para fortalecer ese etnocentrismo anteriormente mencionado.

En fin... son dos ideas que me me vienen a la mente como fruto de esta lectura.