Por: Héctor Huerto Vizcarra
De la espada de Damocles al harakiri.-
Si bien es cierto que la forma del libro y su difusión tienen una relación directa, en la medida en que la transformación del libro significó en el pasado un objeto de menor tamaño, de menor costo, y de mayor número de copias, lo que permitió que estuviera al alcance de mayor número de diligentes manos y ojos ávidos, deseosos de recorrer la tinta grabada en ellos, es el significado del libro dentro de la sociedad, lo que determina el rol que este objeto ha de cumplir. Convirtiéndose, dependiendo de la situación, en un mediador de conocimientos o de entretenimiento, o en un artículo de lujo. Se suele decir que es lo primero, pero cuando constatamos los precios que suelen tener, no queda más que evidenciar una verdad.
El libro en la actualidad, y no solo en el Perú, es un objeto que tiene que venderse y proporcionar ganancias a quienes lo editan, e incluso a los que lo escriben –aunque pareciera lo contrario–. Por ello el acceso al libro y a su lectura siempre será limitado, aún si existen varias bibliotecas públicas adecuadamente dotadas (lo que es un imposible en el Perú actual). Ni siquiera los vendedores de libros de viejo ven al libro como algo más que un producto, ni qué decir los vendedores piratas. Solo en la red o internet, dentro de las comunidades de distribución, intercambio y digitalización de libros, puede hallarse un significado distinto al libro, que es muy relacionado con “la cultura” –como si fuese única y universal–; al menos entendámosla, esta vez, como la cultura de leer libros por interés e iniciativa propia. La cultura no se vende, es el lema de este grupo de personas, pero estas palabras juntas parecieran horrorizar a muchos empresarios y vendedores.
En el Perú la distribución de libros no se limita a las librerías formales, o incluso puestos de periódicos, sino que también se produce en las denominadas Ferias de Libros, ubicadas en el jirón Quilca y Amazonas. También están los vendedores ambulantes en las calles, quienes son los que comercializan el libro falsificado. Por último, están los libros que uno puede obtener gracias al internet. Como se constata en estos ejemplos, existen varios canales de distribución de libros, lo cual no significa que se tenga fácil acceso al libro, ya que éste está delimitado por la capacidad económica que tenga la persona interesada en adquirirlos. Incluso los que suelen “bajar” libros por la red deben disponer del internet, que no es gratuito, para conseguir su propósito; además este tipo de lector debe contar con una computadora en casa, porque leer en una cabina de internet es imposible. Esta es una razón importante del por qué no se lee en el Perú, entre otras.
El asunto no es si el libro va a desaparecer o no, lo que va a cambiar posiblemente de acá a una decena de años, es la forma que este tiene. Ya no será un papel sino una pantalla. El problema de fondo, como se mencionó al inicio del ensayo, es el hábito de la lectura, que no existe y que no se cultiva en los colegios. El Estado tampoco ayuda, ya que no invierte en educación, ni en bibliotecas, ni libros. El sistema económico, llámese mercado, tampoco ayuda. Así como se bota leche al caudal de los ríos para que no abaraten el precio del producto, después de determinado tiempo, las editoriales europeas deciden destruir los libros que no salen a la venta. Eso debería ser un delito.
No es verdad lo que suelen decir los representantes de las editoriales peruanas cuando afirman que es el Estado y su falta de ayuda a la “cultura”, la principal amenaza que se cierne, como una espada, sobre sus cabezas; sino es la actitud que tienen las editoriales, la mayoría de autores, los vendedores, e incluso los consumidores sobre el rol que tiene el libro y la lectura en una sociedad. Incluso, entre los que leemos, debemos aprender a cuestionar los libros que caen en nuestras manos.
Los nuevos calificadores de la Inquisición posmoderna serían en la actualidad los índices de ventas. El pasado se hace presente una vez más. Poco o nada se valora la importancia del contenido; cuando una editorial se decide a publicar lo que suele primar es el posible margen de ventas que el producto puede originar. Lo más alarmante es que esta censura puede hacerse tácita, como lo que pasó con Belaunde en los años 60’s. Si son pocos los que leen, ¿quién saldrá a defender este derecho a escoger libremente lo que uno quiere leer?
Este suicidio colectivo al cual nos dirigimos no es culpa de la ignorancia de las personas que no leen. Es culpa de los que si tenemos el habito de leer, y que no nos preocupamos en difundirlo. No es cierto que la computadora aleje a los niños de los libros, la televisión hizo mucho tiempo atrás ese sucio trabajo.[1] Sin embargo, no todos los que crecieron con la televisión han dejado de leer en sus ratos libres. Es hora de tomar un libro y prestárselo o regalárselo a alguien más.
Bibliografía.-
EGUIGUREN, Luis. La universidad en el s. XVI. Lima: Santa María, 1951.
EGUIGUREN, Luis. Diccionario histórico cronológico de la pontificia universidad de San Marcos. Lima: UNMSM.
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GUIBOVICH, Pedro. “Bibliotecas, archivos e investigación histórica”. En: Histórica, Lima: PUCP, vol. XXVI, N° 1-2, 2002, pp. 577- 659
GUIBOVICH, Pedro. “Custodios de la ortodoxia: los calificadores de la Inquisición de Lima, 1570-1754”. En: Revista de la Inquisición, Madrid: vol. 10, 2001, pp. 213- 229
GUIBOVICH, Pedro. La educación en el Perú colonial: fuentes e historiografía. En: Histórica, Lima, PUCP, vol. XVII, n° 2, 1993.
KAGAN, Richard. Universidad y sociedad en la España moderna. Madrid: Tecnos, 1981.
LOHMANN, Guillermo. Amarilis Indiana. Identificación y semblanza. Lima: PUCP, 1993
MATA ANAYA, Juan. ¿Apocalipsis o renacimiento?. Internet: relatocorto.com. En: http://www.relatocorto.com/apocalipsis.pdf
OLAYA, Julio. La producción del libro en el Perú, periodo 1950-1999. Tesis de Licenciatura de Bibliotecología y Ciencias de la Información, San Marcos, 2001
SARTORI, Giovanni. Homo Videns. La sociedad teledirigida. México: Taurus, 1998.
VALCARCEL, Carlos Daniel. San Marcos: Universidad Decana de América. Segunda edición. Lima: UNMSM, 2001.
VILLANUEVA, Aída. El circuito informal de libros en el Perú: El caso de la Cámara Popular de Libreros del Jirón Amazonas. Internet, en: www.citebase.eprintis.org [2]
[1] Giovanni Sartori. Homo Videns. La sociedad teledirigida.
[2] Al parecer ya no se puede acceder a este texto desde internet.
Hecho por historiadores, no necesariamente para ellos. Nos pueden escribir a ahorahistoria@gmail.com.
31.7.07
De la espada de Damocles al harakiri. Historia y perspectiva de los libros y la lectura en el Perú. FINAL
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