23.4.07

Una Pequeña Historia del A.P.R.A. Primer Stop: El Cuerpo del Caudillo (1871 - 1895) I*

* Por Edgar Villegas Vásquez


I

En los escenarios de la América Española posteriores a la guerra de independencia y fragmentados políticamente por esta, North, Sumerhill y Weingast (2002) señalan que los caudillos se erigirían en el poder. Estos personajes, antes combatientes de los bandos patriotas y ahora en pugna entre ellos por el manejo de las nuevas repúblicas, construirán al llegar al control sucesivo de los bienes del Estado maquinarias clientelares autoritarias, las que terminarán exacerbando nuevas guerras fraticidas que, en el contexto de crisis económica producto de la posguerra independentista en Latinoamérica, terminarán retrasando el desarrollo de la democracia en la región.

La teoría nos es útil para entender -como a través de una radiografía- cuál es el clima de violencia política que las nuevas repúblicas americanas en el primer tercio del siglo XIX tuvieron que sufrir al ser inauguradas; al mismo tiempo, nos permitiría focalizarnos en por qué en el Perú, por ser el viejo centro del poder colonial, estos conflictos tomaron características particulares, desencadenando los desencuentros político–sociales posteriores al primer militarismo, en tiempos de quiebre del Estado Guanero.


II

El proyecto promovido por la Corona Española para la construcción de una República de Indios y otra de Españoles en la Lima del siglo XVI no pudo evitar la confusión de espacios de la plebe urbana con los de la aristocracia colonial; las contínuas expansiones de plazas y espacios urbanos entre los siglos XVIII–XIX terminaron confundiendo a ambos grupos en el casquete urbano de la ciudad; este último traspasaría las viejas murallas coloniales en tiempos de la presidencia del Coronel José Balta (1868 - 1872). Para la segunda mitad del siglo XIX, en la percepción de sectores de la élite intelectual limeña, el problema de redefinir la relación aristocracia–plebe en el espacio urbano se volvía importante si se quería consolidar un Estado
[1].

La respuesta a estas interrogantes sin embargo habría de ser distinta. Aquella construcción de Estado después de la crisis económica posterior a la guerra, y ligada al auge del guano y a las personalidades de Ramón Castilla y José Rufino Echenique, terminaría convirtiéndose en una ecuación que guardaría en el futuro correlación con el Estado caudillista, la violencia política, así como con la fragmentación regional y el surgimiento de redes clientelares. Todos estos fenómenos provocarían el aumento de la capacidad de endeudamiento del estado, así como la aparición de un mercado económico de corte especulativo, de corte dependiente.

Para la década de 1870, la crisis fue inminente. En los espacios urbanos de Lima comenzó a hacerse presente la pauperización de la población, señal que el primer militarismo entraba en desgaste. Fuera del espacio de la capital, las luchas políticas en provincia guardaban la característica que éstas eran tanto o más endémicas entre los caudillos regionales, quienes desde la violencia buscaban legitimar a una u otra facción del poder que se hallara luchando por éste en Lima. Este panorama marca el desgaste del primer modelo caudillista, que entra en crisis no sólo por sus propias contradicciones internas, sino porque empieza a ser cuestionado por sectores civiles y entre los que se hallaban también miembros de los consignatarios del guano, que buscaban orientar un proyecto político alejado de los militares.

En 1871 se crea la Sociedad Independencia Electoral, fuerza política civil que llegaría al poder un año después por medio de Manuel Pardo. Después de los resultados de las elecciones se produciría la Revolución de 1872, por la que los hermanos Gutiérrez matarían al presidente Balta con objeto de evitar la transición del mando del Estado a un civil. Este hecho marcaría el epílogo de los caudillos del primer militarismo, mas no el del tramado institucional por el que se articulaba el Estado guanero. Los tres días de desorden social –que entre otras cosas incluyeron el linchamiento de los golpistas- implicaron que sectores de la ciudadanía no sólo no otorgaban su apoyo a los militares, sino que otros, mayormente empobrecidos por la crisis -que entre otras cosas produjeron robos, saqueos e incendios-, mostraban que el deterioro en el tejido social era cada vez más evidente y peligroso.


III

El civilismo se convierte en una fracción política que llega tarde al incipiente mapa político del Perú de aquel entonces; las propuestas de Pardo sin embargo se convierten en el primer intento de proyecto colectivo: mejoras en la educación, reajustes fiscales, la comunicación por redes viales eficientes o la integración de los indígenas. Éstas en el transcurso de su mandato no se llevarían a cabo, entre otras cosas por la monstruosa crisis fiscal que decretaría la moratoria de la deuda del Estado peruano en 1876, y también por el hecho que Pardo hace uso de elementos de la maquinaria de gobernabilidad propias de los caudillos que lo habían precedido.

Los civilistas se negaron a compartir cargos del Estado con otros grupos, así como tampoco negociaron con bandos perdedores ya sean echeniquistas, castillistas u otras facciones locales. Su estrategia era llegar a los feudos de poder locales y absorberlos para renegociar las redes políticas, sin pactar; esto último desencadenaría no sólo la revuelta del caudillo arequipeño Nicolás de Piérola en su barco “El Talismán”, sino que en tiempos de Pardo se dieran 16 motines y movimientos subversivos, 10 montoneras, 7 conspiraciones y tres intentos de matar al presidente.

Después de 1874 con la sublevación de Piérola, Pardo crea la “Guardia Nacional”. Ésta sería un grupo de civiles armados en batallones existiendo en forma paralela a las fuerzas armadas, y que no sería disuelto una vez derrotado el caudillo arequipeño, pasando a existir como uno de otros tantos “brazos armados” que llegaron a tener las fuerzas políticas sobrevivientes al estado guanero
[2].

La necesidad de autoritarismos fuertes ante la ausencia de consenso político producto de la violencia en el país haría que el presidente al terminar su mandato en 1876 le entregara el mando a un militar supuestamente perteneciente al civilismo: Mariano Ignacio Prado. Éste sin embargo se uniría con sectores opositores del pierolismo y de remanentes de las otras fuerzas políticas que alterarían las supuestas lealtades del presidente a los civilistas. Con este período la crisis económica ingresa en un punto álgido y la violencia política no se detendrá.


IV

La crisis económica impidió el desarrollo del proyecto civilista. Manuel Pardo, el primer presidente de este grupo no se convertiría en caudillo civil, pero habría de utilizar mecanismos de institucionalización política similares a sus predecesores, los militares guaneros, como por ejemplo el uso de “brazos armados” partidarios y el monopolio de los bienes del estado entre los miembros de su partido, aunque con la intención de construir nuevas redes políticas –esta vez civiles-, que pudieran diferenciarse de las del primer militarismo. En un sistema deteriorado por las luchas caudillescas
[3] y la violencia política dentro de un contexto de crisis económica, el plan de Pardo habría de jugar en parte con las viejas reglas de exclusión que a la larga terminarían entrampando otra vez el sistema, por más que el auge del salitre en el sur del Perú pudiera representar una opción para salvar las finanzas del país. Para entonces, sectores de la élite chilena ya habrían reconocido la importancia de este recurso para su proceso de consolidación y expansión política como señala Cármen McEvoy, marcando los futuros escenarios de la guerra de 1879.


Pardo moriría un año antes, asesinado de un disparo por un sargento del Ejército del Batallón Zepita llamado Melchor Montoya en momentos que el ex presidente iba a prevenir al congreso de la política armamentista de Chile. Este sería el epílogo de la violencia política en la que nació el primer civilismo. Las bases civiles de consenso que lo formarían otra vez en 1895 ya no serían las mismas que antes, cuando resurge en el clima de la guerra civil que pone fin al gobierno de Cáceres por las montoneras de Piérola y Durand, y dándose inicio a otro período de la historia del Perú: la República Aristocrática.





Bibliografía:

Basadre, Jorge
1983 Historia de la república del Perú. Lima: Editorial Universitaria. Tomo V: La crisis económica y hacendaria previa a la guerra con chile
Mc Evoy, Carmen
1997 La utopía republicana: ideales y realidades en la formación de la cultura política peruana. Lima: Fondo Editorial de la PUCP.
North, Douglass, William Sumerhill y Barry R. Weingast
2002 Orden, desorden y cambio económico: Latinoamérica vs Norteamérica. Revista Instituciones y Desarrollo Nº 12-13 (2002) págs. 9-59. Institut Internacional de Governabilitat de Catalunya, Còrsega 255, 5º 1ª 08036 Barcelona, España. http://www.iigov.org
Panfichi, Aldo y Portocarrero, Felipe (Eds)
1994 Mundos Interiores. Lima (1850 – 1950)

Las imágenes:

Primera: Grabado del asesinato del coronel José Balta.
Segunda: Fotografía (1853?) de la plaza mayor de Lima, atrás de los tendales de la izquierda y cruzado por la acequia se halla el Palacio de Gobierno. Tomado de Thorndike, Guillermo. Autorretrato, Perú 1850 – 1900. Lima: Ed. Universo, 1979.
Tercera: Smeetom, Yilly: Sucesos del Perú-Los cuerpos de Tomas Gutiérrez y de su hermano, colgados de unas de las torres de la catedral de Lima. Paris: El Correo de ultramar, 1872
Cuarta: Salitrera peruana 1860s (Colección del fotógrafo peruano Billy Hare)
Quinta: Grabado del asesinato del presidente Manuel Pardo Tomado de Basadre Op. Cit.


[1] Para esto, consultar la Estadística General de Lima de Manuel Atanasio Fuentes (1858)
[2] El papel de la “Guardia Nacional” se convirtió en equilibrar el poder civil frente a los militares y caudillos. Esto la convertiría en uno de los tantos grupos paramilitares que habían existido previamente en el Perú, y que marcaban que las instituciones que fundaban la violencia política caudillista, no se habían extinguido.
[3] Tanto Enrique Krauze como Nicolas Lynch señalan que el caudillo en el poder sólo es el ápice de una pirámide de relaciones clientelares y esferas de otros caudillos, que por la anuencia legitiman al que se halla en la cúspide. El cuerpo del caudillo en nuestra historia representa la metáfora del desgobierno en el que cayeron las sociedades de la antigua América española producto de la guerra de independencia, así como la emergencia de nuevas guerras fraticidas, ahora por los despojos del viejo estado colonial. En nuestro caso, más que un sujeto, el caudillo es el símbolo de un sistema institucional que dominó la mentalidad política en el Perú y del que no pudieron escapar algunos de los gobiernos civiles que se alternaron con los militares entre el último tercio del siglo XIX y el primero del XX. Actualmente hoy en dia pueden hallarse rasgos de la personalidad caudillesca en algunos de nuestros políticos actuales; esto último nos dice que el tema no se halla enterrado en el fondo del pasado, sino que aún nuestro presente se halla determinado por sus efectos.

6 comentarios:

El Cantante dijo...

Apreciado Édgar, perdonarás que me aleje un poco del tema político, pero quisiera pedirte un comentario respecto al grabado de los hermanos Gutiérrez. ¡Es fantástico! Una Lima europeizada, casi vaticana; las masas ordenadamente activas, como letras en una sopa; los Gutiérrez sin magulladuras, cortados de la misma tijera. El conjunto es de una irrealidad formidable. Saludos.

Eddie Gelprem dijo...

Así es mi querido José Luis.Existe una fuerte relacion de corte ortopédica entre fotografía y verdad para la sociedad occidental, como señala acertadamente el fotografo español Joan Fontcuberta.

La pregunta seria analizar el contenido de alteración de la realidad presente en reproducciones por dibujo como estas, hechas en funcion a información de fotografias "reales", pero que por carencias de la tecnologia de transmisión de información en el siglo XIX, no podian acompañar a tiempo a la noticia.

Como dices muy bien, la relacion cámara - verdad se rompe en este plano. La imagen en este tipo de reproducciones ingresa al terreno de la sustitucion de contenidos;Se vuelve irreal, no solo por el arbitrio del dibujante, sino por el influjo de la mentalidad colectiva a la que este pertenece,que el caso de la presente imagen, contrasta con realidad del escenario del que fue extraida.

Demas esta decir que tu duda me ha motivado en hacer un articulo de teoria fotografica que toque el tema. Lo pondre en la agenda.


Saludos amigo.


Edgar Villegas

Héctor Huerto Vizcarra dijo...

De acuerdo, la imagen resulta interesante... y de hecho, felicito el esfuerzo de colocar fotos que en muchos casos no son faciles de ubicar en la web.

Yo apuntaria por dos ideas que se me vienen a la cabeza ahora: 1. definicion del concepto de caudillo, 2. influencia del caudillismo en el comportamiento social de la poblacion.

Espero que esto pueda apreciarse en las entradas posteriores a este tema, que de por si, me parece interesante, y felicito este planteamiento inicial... como diria un aficionado al futbol, la pelota se quedo picando en el area chica.

Héctor Huerto Vizcarra dijo...

muchas felicitaciones he mandado no?... mmm retiro una de ellas, jajaja.... efectos de no dormir bien x las noches... ;)

Anónimo dijo...

Hola,
Gracias por ese introduccion a la historia de un partido quien, sabe quien lo que sucedio..., escogio la musica de la Marseillaise (saben que ahora, en el marco de las elecciones, algunos hablaron de cambiar las letras de nuestro hymno nacional ?).

Encontré en la red la publicacion de una maestria dedicada a los mitos del APRA:

http://www.memoireonline.com/12/06/302/m_mythes-fondateurs-apra-temoignages-production-historiographique0.html

Saludos cordiales,

Anónimo dijo...

Gracias por el dato David, y estate cerca a la fiesta porque ya me hallo diseñando la segunda parte de este capitulo.

Como siempre, bienvenidas tus opiniones como las de todos, pues con ello se enriquece el debate.


Saludos Cordiales Tambien


Edgar Villegas (O Eddie Gelprem, a gusto del cliente)