10.3.07

Pero, si la Fiesta Recién Empieza… ¡¡¡AHORA!!!

Por: Edgar Villegas

Nos dijeron que la historia era la ciencia del tiempo, y también que el sirviente de ella es el historiador, quien se vuelve aquel relojero que fija - ya sea sincrónica o diacrónicamente- que es lo que ingresa o no en lo historiable.

Tal vez por el amor que le tuve a la historia desde niño - o tal vez por aquel recelo que nos trae la culpa de saber si actuamos bien en el momento que nos ha tocado existir en la tierra -, me di cuenta que lo anterior era y no era cierto. La memoria es una arte y al mismo tiempo una treta para el humano, pues por más que este haya llegado a la perfección tecnológica, aún sus sistemas de registro son inútiles para captar toda la realidad, muy a pesar de la llegada del mundo digital, las pequeñas nanocámaras, o por último de aquellos celulares con capacidad de fotografiar y filmar que yacen dentro de los bolsillos de algunos de nosotros, esperando el momento de apuntar y disparar, guardando un trozo de aquello que nos acontece.

Si la relación de selección sobre “que” es lo que recordamos, es ya difícil para el individuo común y corriente, lo es más para el historiador debido a que este debe integrar pequeños fragmentos de hechos que a la larga se volverán un mosaico de la realidad. Pero ¿Los historiadores han recordado de integrar todas las partes en NUESTRA historia, o reconocer la historia de NUESTROS grupos más representativos con el fin de democratizar verdaderamente NUESTRA memoria colectiva? (Tomo este NUESTRA de pUKAullaCHA).

Una simple revisión a la pregunta anterior nos permite contestarla en forma negativa: Aún a la historia le falta mucho para ser verdaderamente colectiva, y esta en parte discurre entre la coexistencia de memorias fracturadas con espacios sin memoria de aquello que somos, así como que fuimos.

Concuerdo con El Cantante en que muchas veces nadie nos puede decir que es lo leíble y lo no leíble en la historia a diferencia de lo que pasa con la literatura, pero es necesario hacer el esfuerzo para separar lo que vale de lo biodegradable. La historia se degrada por la ausencia de diálogo - como bien dice marcayuq-, y ya a título personal también porque se estereotipa, porque no tiende puentes y se va tornando bidimensional, sosa, y hasta fotográfica (con el perdón de la fotografía y los fotógrafos).

Pues la historia incluye en la memoria pero no es la ciencia absoluta de ella, porque muestra y no se apropia de la realidad, porque interpreta y no congela el tiempo, y por último por que es una herramienta para conocer nuestro pasado, pero ello no la aleja del presente y de nuestra vida cotidiana, de nuestro ahora…




2 comentarios:

Héctor Huerto Vizcarra dijo...

Me quedo con la idea de democratizar la memoria colectiva... lo cual ha sido casi un imposible, y eso se refleja en la pervivencia de aquella frase que dice que la historia es la narración de los vencedores y no de los vencidos. Esta carencia no solo se debe a las características sociales de cada historiador, si no a una falta de sensibilidad y a una opción política (sea esta de izquierda o de derecha), que imposibilitan una mejor recreación de nuestro pasado, para ser más exactos, de parte de ese pasado.

Anónimo dijo...

Bueno Marcayuq, recuerdo un viejo proberbio africano que dice algo parecido a: "Hasta que los leones no cuenten por si mismos la historia de las cacerias, los cazadores siempre daran su version propia de lo que paso en ellas".

Este refran podría servir de metafora para comprender hasta que puntos los historiadores pueden ser responsables en el construir discursos historicos exclusivos y excluyentes. Pero tal vez el más grande problema sea si ellos son en realidad concientes que los producen.

Porque si ese es el caso... en lugar de hablar de Historiadores en el mejor sentido de la palabra, nos encontraríamos con un grupo de "Terroristas de la Memoria" o sea "antihistoriadores" como ejemplo extremo de lo que un Historiador no debe ser.