14.9.09

La campaña electoral del 2011: entre el clientelismo y la tecnocracia



Por: Héctor Huerto Vizcarra

La última encuesta de la PUCP no es siquiera una foto de la futura campaña electoral del 2011, en realidad es sólo parte de un extenso juego de probabilidades en donde los vaticinios de Cotler pueden ser tan certeros como los de Rosita Chung. Habría que ser un marxista ortodoxo, un “científico” social cuantitativista o un peripatético fanático de los astros como para pensar que es posible prever el futuro. Las verdaderas “fotos” de la campaña electoral venidera recién podrán gozarse a mediados del otro año, cuando las distintas candidaturas estén formalmente consolidadas de cara a la opinión pública.

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Sin embargo, lo que se puede apreciar gracias a dicha encuesta es que existen ciertas constantes que, al parecer, van a continuar prevaleciendo en nuestro actual régimen político. De las cinco principales candidaturas (Humala, Flores, Fujimori, Toledo y Castañeda) casi todas comparten entre sí las mismas tres cualidades: la pervivencia de una imagen tecnocrática dentro de la política, asociada comúnmente a la eficiencia y la modernidad; planteamientos políticos de corte clientelista y popular; y una actitud política personalista e implícitamente autoritaria. Evidentemente, en cada una de éstas candidaturas se pueden encontrar los rasgos anteriormente enunciados en diferentes gradaciones.

Curiosamente, los dos mejores exponentes de estas tres cualidades se encuentran a la cabeza de las encuestas, es decir, Castañeda y Keiko Fujimori. Por un lado, Castañeda se presenta como un tecnócrata eficiente, que dirige exitosamente una empresa estatal: el Municipio de Lima. No hace política sino sólo obras. Por tanto, no necesita debatir con otros políticos, no hace declaraciones públicas y menos busca consenso con los vecinos de Lima. Por otro lado, Keiko apela a las redes clientelares que heredó del gobierno de su padre, conformadas en parte por algunos comedores populares y comités de vaso de leche. Asimismo, ambos son personalistas y disimuladamente autoritarios. La única cualidad que hizo de Keiko la candidata indiscutible dentro de su agrupación política fue ser hija de Alberto Fujimori. Así como igualmente no es de extrañar que el congresista de su bancada, Carlos Raffo plantee abiertamente: “una democracia blandengue no sirve para nada. Lo que el Perú necesita es una DEMODURA”. Solidaridad Nacional, por su parte, no tiene mayor sentido sin la existencia de Castañeda, ya que carece de doctrina e ideario y su organización gira en torno a su mayor y único líder. En ese sentido, es poco probable que alguien dentro de sus respectivas organizaciones pueda contradecir a Castañeda o a los Fujimori, la democracia interna para ambos es una procadidad que debe evitarse. (1)

Estas posturas se reflejan en los resultados de la encuesta. Aparte de la intención del voto, los encuestados creen, en un 25% para Keiko y un 14% para Castañeda, que ambos son los posibles futuros presidentes del país. Además, el clientelismo popular de Keiko se refleja en que el mayor porcentaje de sus simpatizantes (19%) se encuentra ubicado en los sectores D/E. Mientras que la imagen tecnocrática de Castañeda se refleja en el apoyo que recibe de los sectores altos de la población (21% en A/B). Habría que preguntarse si el mayoritario apoyo masculino que recibe Castañeda (21% de hombres frente a 14% de mujeres) se debe a su marcado autoritarismo o a alguna otra razón.

La persistencia de estos rasgos preponderantes dentro de nuestro régimen político, que están presentes desde 1980, demuestran el cinismo y la fatalidad que carcomen al votante promedio al momento de emitir su voto en las urnas, muy a pesar del crecimiento económico de los últimos años. Por lo que aún se evidencia a un 68% de los limeños insatisfechos con la democracia, mientras que un 63% se encuentra poco o nada interesado en la política. Uno de los culpables de este grave problema también lo es la izquierda, a diferencia de lo que pareciera creer Javier Diez Canseco.

Llama la atención, en ese sentido, el extraño flujo de votantes que podría darse entre las candidaturas de Keiko Fujimori y de Ollanta Humala. En la encuesta se hace una pregunta interesante: “Y si el candidato de su elección no postulara, ¿cuál sería su segunda opción?” Lo cual es una manera de evaluar la competencia electoral que tienen algunos candidatos por los mismos sectores electorales. Sorprendentemente, tanto para Keiko como para Ollanta, el principal porcentaje de estos votos de segunda mano vendrían, respectivamente, de Humala y de Fujimori. Es decir, ambos candidatos están peleándose mayormente por los mismos bolsones electorales. Dentro de este contexto, que sea percibida la candidatura de Ollanta como la candidatura de “la izquierda peruana”, dice mucho del propio rol que jugó la izquierda con los movimientos sociales en los años ochenta.

Notas:

(1) En el caso de Ollanta no existe una postura tecnocrática, lo que no quiere decir que su postura sea ideológica, y en el caso de Lourdes Flores, sus planteamientos de corte clientelista y popular tienen escasa relevancia, por lo que pasan desapercibidos mayormente.

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