Por Sandy Miyagussuko
El 4 de abril de 1899, un grupo de japoneses pisaba por primera vez suelo peruano. Aquellos que desembarcaron del Sakura Maru en el puerto de Cerro Azul, nunca imaginaron que podrían permanecer mucho tiempo en estas nuevas tierras; mucho menos aún que sus hijos y nietos dejaran de ser considerados súbditos del Imperio japonés y pasaran a convertirse en los “chinitos” del barrio y del colegio.
Han pasado 110 años desde aquellos días; de aquel primer viaje no queda ya ningún testigo y poco sabemos de las experiencias de los pioneros en la travesía que duró poco más de un mes sobre las aguas del Pacífico. Sin embargo, toda historia de inmigración tiene un origen que es lejano a la experiencia social y humana de lo que significa salir de casa y embarcarse a un mundo totalmente distinto.
El caso de las relaciones diplomáticas que se entablaron entre Perú y Japón durante el Gobierno del Presidente Manuel Pardo y Lavalle y el Emperador Meiji, dio como resultado El Tratado de Paz, Navegación, Comercio y Amistad en el año 1873. De esta manera Perú se convierte en el primer país sudamericano en entablar relaciones diplomáticas con el Imperio del Japón.
Una parte de esta historia fue mostrada en una amplia exposición documental en el Ministerio de Relaciones Exteriores en abril de este año. Sin embargo, hasta este 31 de agosto podremos apreciar otra pequeña exposición documental y fotográfica, puesta en conjunto con el Instituto Riva Agüero de la PUCP, en el hall del Centro Cultural Peruano Japonés (Av. Gregorio Escobedo No 803 Residencial San Felipe, Jesús María, Lima).
Esta muestra forma parte de las actividades que se realizan este año por la conmemoración del 110 aniversario de la inmigración japonesa al Perú. Si tienen un tiempo y les interesa el tema, den un paseo por El Residencial San Felipe, la muestra está puesta hasta el día 31 de agosto (de 8:30am a 8:30pm de lunes a sábado, los domingos consultar horario de atención), la entrada es libre.
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