Gracias por la invitación. Este sitio de encuentro no puede esperar muchas disquisiciones y temores para publicar un escrito. Así que recorriendo la corta historia de “AHORA” encontré un tema relacionado con un estudio que vengo realizando. Disculpen si los desvío un poco del Ojo que Llora o de la minera Majaz.
En el artículo “La Guerra con Chile: entre la frustración permanente y el terrorismo de la memoria” quedaron algunas preguntas pendientes de respuesta; desde la esfera militar: qué tan profesionales eran las fuerzas militares en conflicto.
LOS ORÍGENES DEL EJÉRCITO PROFESIONAL (I)
Nayib
Las partidas de nacimiento del Ejército Peruano son de las más diversas, según la ideología o creencia que exprese el investigador histórico. Unos la ubican en las culturas pre incaicas, más en el Imperio Incaico, pocos en la Colonia y muchos durante la Independencia. Pero aun en este periodo fundacional de la República se ven discrepancias en las fechas de constitución del Ejército. Unos señalan que fue en octubre de 1820 con la creación del Escuadrón de Auxiliares de Ica, la primera unidad peruana que escoltó a la recién creada Bandera Nacional, otros el 18 de agosto de 1821 con la Legión Peruana de la Guardia, y los últimos en noviembre de 1822 cuando el Congreso agrupa a todos los cuerpos peruanos en una división, a la que llamó Ejército del Perú, bajo el mando del General Alto Peruano Andrés de Santa Cruz.
Las nuevas instituciones del emergente Estado Nación tienen en aquella época pocos referentes o modelos de gobiernos republicanos o parlamentarios en el mundo, salvo las experiencias de la Revolución Norteamericana (1776), la Revolución Francesa (1789) y la Revolución Inglesa (S. XVII). A los ideólogos sudamericanos pro independencia y también, aunque de facto, los contrarios a ésta, les depara la gran tarea de construir las nuevas repúblicas. Dos bandos ideológicos destacan nítidamente, conservadores y liberales. Por lo tanto, la visión que se forman sobre los nuevos estados no es uniforme. En el caso peruano a esta divergencia se suma el extenso territorio, la configuración geográfica tan difícil y una población mayoritariamente indígena y excluida, lo que hace resulte difícil concretar un proyecto de nación viable en el corto tiempo.
En este vasto y complejo proceso se crea el Ejército del Perú y se va configurando la primera organización, el modo de brindar instrucción y educación militar, y su reglamentación, como institución, en el fragor de la guerra de independencia, primero, y en la configuración de las fronteras y guerras civiles por el poder interno después. Aún cuando muchas de las ordenanzas españolas dictadas en 1768, y pese al cambio de régimen, se mantuvieran vigentes hasta 1890[1].
Recordemos que Napoleón Bonaparte (+1821) hacía cinco años terminaba, en Waterloo, de exponer una novedosa praxis militar ante el mundo, un nuevo modo de hacer la guerra y que los teorizadores de la época iniciaban su profundo estudio.
Los Militares Republicanos del Siglo XIX
¿Qué y quiénes son los militares en estos primeros años de vida republicana? Si por militares entendemos a las personas que piensan en cómo hacer la guerra, organizar al ejército, preparar a la fuerza y especializarse en el empleo de las armas, entonces conocen de este quehacer los que bebieron los ecos del Colegio Real Felipe creado por el coronel español Monet en 1818, de los Regimientos de Infantería y de Dragones[2]; los soldados forjados en los ejércitos de la revolución, en las milicias, en los cuarteles, o en los campos de batalla. Sin embargo, aún les falta la matriz, sólo es experiencia y no siempre de la buena. No existe una doctrina común. Recordemos que el teorizador de la guerra Karl Von Clausewitz estudia este fenómeno social, basado en su propia experiencia militar al enfrentar a los ejércitos de Napoleón Bonaparte y las expone desde 1815 en la Academia Militar de Berlín; su obra De la Guerra fue impresa póstumamente (+1831); y que el Positivismo de la segunda mitad del siglo XIX amplía el campo de los estudios científicos a los fenómenos sociales entre ellos la guerra e impulsa el desarrollo de esta disciplina. Pero estas carencias doctrinarias no amilanan la voluntad de forjar y fortalecer un Ejército, una fuerza militar, que proteja el territorio heredado y la supervivencia de la República[3].
No obstante, la crisis post independencia de un país en quiebra, en pie de guerra, con fronteras inestables, precariedad del nuevo régimen republicano y constante lucha ideológica, hicieron que surja el primer militarismo -práctica política entendida como el intento de gobernar y administrar al país, poniendo énfasis en las formas y usos militares-; el poder ejercido por militares y civiles o civiles y militares, según el grado de preeminencia o convivencia útil entre estos, y que redundará negativamente en la estabilidad y desarrollo de la institución militar.
Algunos autores miran con cándida simpleza y nostalgia hacia el Sur y se preguntan, por qué no tuvimos en los primeros años republicanos y gran parte del siglo XIX la continuidad de gobiernos civiles. Si bien es cierto los historiadores podemos comparar algunos procesos históricos no podemos reducirlos a simples moldes o recetas[4]. El orden post independencia presenta la necesidad urgente de delimitar los territorios y forjar la identidad nacional de las nuevas repúblicas. En el caso de Chile dada su geografía enclaustrada entre los Andes y el Océano Pacifico, imprimió en sus políticos una mayor preocupación por la segunda cuestión; el orden interno[5].
Necesidad de ser moderno y profesional
Tenemos dos formas de enfrentar el estudio histórico de la modernización del ejército al inicio del siglo XX. La primera es entendiendo la modernidad como un proceso histórico mundial, y principalmente occidental, iniciado con el Renacimiento del siglo XVI y la rápida secularización del pensamiento humano que privilegia el empleo de la razón y que abre perspectivas casi ilimitadas al desarrollo de la ciencia. Por esto, la edad moderna se caracteriza por una nueva forma de comprender al mundo, donde impera el ánimo de reforma y de cambio. El segundo enfoque corresponde a la definición de lo moderno como lo nuevo, de moda, lo actual; tanto en el avance tecnológico como en lo concerniente a la estrategia, táctica, instrucción y educación militar, y administración. Latinoamérica está involucrada en ambos procesos porque se nutre de este pensamiento moderno y experimenta cosas del mundo a partir de las novedades que el mundo nos ofrece.
Esto no amerita que hagamos tabula rasa de la tradición, entendida no como el carácter estático e inmutable de una sociedad, sino mas bien, como la transmisión de aquella parte de la cultura que es susceptible a ser confirmada, y en algunos casos seleccionada o modificada, porque la buena tradición debe impulsar la búsqueda de lo moderno y rechazar lo que constituye un lastre.
El profesional militar debía tener una sólida formación doctrinaria, teórica y práctica; moderna, y los buenos actos y conducta de este militar, así como su carrera, estar enmarcados en la normatividad de la institución castrense y las leyes del estado; y ser retribuida, pecuniariamente; y reconocida, a través de promociones, por el Estado; despertando en el miembro del ejército intereses colectivos. La suma de todo esto forja el ethos militar. FredericK Numm lo define así: “El profesionalismo militar es un estado, una condición con base en la educación y la experiencia, autoridad institucional autónoma, un sentido de la carrera y una misión de carácter partidario explícita”[6]
[1] Medina Montoya, Lourdes. Creación e Institucionalización del Ejército del Perú. El Ejército en la República: Siglo XIX . . Lima. CPHE, 2005. Pag. 76, 78.
[2] El Ejército de América a lo largo del siglo XVIII estuvo conformado por tres grandes efectivos: El primero era el ejército de dotación, compuesto por unidades fijas, de guarnición en las principales ciudades americanas, fundamentalmente defensivo, de idéntica estructura a las unidades peninsulares, pero cuya composición a nivel humano lo caracterizo como un ejército netamente americano; era el núcleo fundamental. Segundo, el ejército de refuerzo, también llamado en algunos momentos ejército de operaciones de Indias, compuesto por unidades peninsulares enviadas temporalmente al otro lado del mar como refuerzo de algunas plazas amenazadas de invasión. Por último, las milicias, conjunto de unidades regladas y de carácter territorial que englobaban al total de la población masculina de cada jurisdicción comprendida entre los 15 y 45 años; se les consideraba un ejército de reserva. En: Juan Marchena Fernández. Ejército y Milicias en el Mundo Colonial Americano. MAPFRE, Madrid, 1992.
[3] Prueba de ello son los intentos por mejorar este cuerpo militar con la creación de la Academia Militar del presidente Riva Agüero en 1823, el Colegio Militar del Gral Santa Cruz en 1826, en el que debían estudiar 16 jóvenes por Departamento de la Republica, la Escuela Militar del Gral Agustín Gamarra de 1830 a 1834, el Instituto Militar de 1850 a 1854 y el Colegio Naval y Militar de 1859 a 1867 del Mcal Ramón Castilla y el Colegio Militar del presidente Manual Pardo de 1872 a 1880. En Carlos Ríos Pagaza. Historia de la Escuela Militar del Perú. Lima, 1962.
[4] Comparemos algunos datos de Perú y Chile próximos al inicio de vida independiente: Perú, población en 1827, 1, 516, 963 habitantes con el 61.6% de población indígena. En Francisco Quiroz Chueca. De la Colonia a la República Independiente. Historia del Perú. Lima, LEXUS, 2000. Chile en 1835 tenia 1, 103,036 habitantes con el 4.6% de origen indígena. INE de Chile, www.ine.cl.
[5] Los estudiosos chilenos Alfredo Jocelyn y Holt Letelier autores del ensayo El peso de la noche; la otra cara del orden portaliano (1977) Manifiestan que en su país se establecieron gobiernos autoritarios pero que a la vez construían la modernidad con algunas de las ideas liberales. Del epistolario de Diego Portales exponen el siguiente texto tan sugerente: “El orden social se mantiene en Chile por el peso de la noche y porque no tenemos hombres sutiles, hábiles y cosquillosos: la tendencia casi general de la masa al reposo es la garantía de la tranquilidad pública…” (1832) El párrafo los lleva a pensar que la idea era separar la autoridad y el orden, del modelo o sistema político adoptado. Del peso de la noche de un orden estamental colonial que mantenía una administración en regular “paz”, se recrearía en la república el planteamiento del orden desde la élite para mantener la tradición. La soberanía popular era sinónimo de reposo, mansedumbre; un hecho residual del mismo orden. El corpus es más equilibrado y fue ordenado en 300 años. El Estado y sus leyes sólo complementan esta estructuración del orden social.
[6] Frederick M. Nunn. Perspectivas Históricas y Regionales Acerca de los Papeles Internos que Desempeñan Las Fuerzas Armadas de América Latina con Énfasis Especial en el Cono Sur. http://www.airpower.maxwell.af.mil/apjinternational/apj-s/4trimes99/nun.htm
En el artículo “La Guerra con Chile: entre la frustración permanente y el terrorismo de la memoria” quedaron algunas preguntas pendientes de respuesta; desde la esfera militar: qué tan profesionales eran las fuerzas militares en conflicto.
LOS ORÍGENES DEL EJÉRCITO PROFESIONAL (I)
Nayib
Las partidas de nacimiento del Ejército Peruano son de las más diversas, según la ideología o creencia que exprese el investigador histórico. Unos la ubican en las culturas pre incaicas, más en el Imperio Incaico, pocos en la Colonia y muchos durante la Independencia. Pero aun en este periodo fundacional de la República se ven discrepancias en las fechas de constitución del Ejército. Unos señalan que fue en octubre de 1820 con la creación del Escuadrón de Auxiliares de Ica, la primera unidad peruana que escoltó a la recién creada Bandera Nacional, otros el 18 de agosto de 1821 con la Legión Peruana de la Guardia, y los últimos en noviembre de 1822 cuando el Congreso agrupa a todos los cuerpos peruanos en una división, a la que llamó Ejército del Perú, bajo el mando del General Alto Peruano Andrés de Santa Cruz.
Las nuevas instituciones del emergente Estado Nación tienen en aquella época pocos referentes o modelos de gobiernos republicanos o parlamentarios en el mundo, salvo las experiencias de la Revolución Norteamericana (1776), la Revolución Francesa (1789) y la Revolución Inglesa (S. XVII). A los ideólogos sudamericanos pro independencia y también, aunque de facto, los contrarios a ésta, les depara la gran tarea de construir las nuevas repúblicas. Dos bandos ideológicos destacan nítidamente, conservadores y liberales. Por lo tanto, la visión que se forman sobre los nuevos estados no es uniforme. En el caso peruano a esta divergencia se suma el extenso territorio, la configuración geográfica tan difícil y una población mayoritariamente indígena y excluida, lo que hace resulte difícil concretar un proyecto de nación viable en el corto tiempo.
En este vasto y complejo proceso se crea el Ejército del Perú y se va configurando la primera organización, el modo de brindar instrucción y educación militar, y su reglamentación, como institución, en el fragor de la guerra de independencia, primero, y en la configuración de las fronteras y guerras civiles por el poder interno después. Aún cuando muchas de las ordenanzas españolas dictadas en 1768, y pese al cambio de régimen, se mantuvieran vigentes hasta 1890[1].
Recordemos que Napoleón Bonaparte (+1821) hacía cinco años terminaba, en Waterloo, de exponer una novedosa praxis militar ante el mundo, un nuevo modo de hacer la guerra y que los teorizadores de la época iniciaban su profundo estudio.
Los Militares Republicanos del Siglo XIX
¿Qué y quiénes son los militares en estos primeros años de vida republicana? Si por militares entendemos a las personas que piensan en cómo hacer la guerra, organizar al ejército, preparar a la fuerza y especializarse en el empleo de las armas, entonces conocen de este quehacer los que bebieron los ecos del Colegio Real Felipe creado por el coronel español Monet en 1818, de los Regimientos de Infantería y de Dragones[2]; los soldados forjados en los ejércitos de la revolución, en las milicias, en los cuarteles, o en los campos de batalla. Sin embargo, aún les falta la matriz, sólo es experiencia y no siempre de la buena. No existe una doctrina común. Recordemos que el teorizador de la guerra Karl Von Clausewitz estudia este fenómeno social, basado en su propia experiencia militar al enfrentar a los ejércitos de Napoleón Bonaparte y las expone desde 1815 en la Academia Militar de Berlín; su obra De la Guerra fue impresa póstumamente (+1831); y que el Positivismo de la segunda mitad del siglo XIX amplía el campo de los estudios científicos a los fenómenos sociales entre ellos la guerra e impulsa el desarrollo de esta disciplina. Pero estas carencias doctrinarias no amilanan la voluntad de forjar y fortalecer un Ejército, una fuerza militar, que proteja el territorio heredado y la supervivencia de la República[3].
No obstante, la crisis post independencia de un país en quiebra, en pie de guerra, con fronteras inestables, precariedad del nuevo régimen republicano y constante lucha ideológica, hicieron que surja el primer militarismo -práctica política entendida como el intento de gobernar y administrar al país, poniendo énfasis en las formas y usos militares-; el poder ejercido por militares y civiles o civiles y militares, según el grado de preeminencia o convivencia útil entre estos, y que redundará negativamente en la estabilidad y desarrollo de la institución militar.
Algunos autores miran con cándida simpleza y nostalgia hacia el Sur y se preguntan, por qué no tuvimos en los primeros años republicanos y gran parte del siglo XIX la continuidad de gobiernos civiles. Si bien es cierto los historiadores podemos comparar algunos procesos históricos no podemos reducirlos a simples moldes o recetas[4]. El orden post independencia presenta la necesidad urgente de delimitar los territorios y forjar la identidad nacional de las nuevas repúblicas. En el caso de Chile dada su geografía enclaustrada entre los Andes y el Océano Pacifico, imprimió en sus políticos una mayor preocupación por la segunda cuestión; el orden interno[5].
Necesidad de ser moderno y profesional
Tenemos dos formas de enfrentar el estudio histórico de la modernización del ejército al inicio del siglo XX. La primera es entendiendo la modernidad como un proceso histórico mundial, y principalmente occidental, iniciado con el Renacimiento del siglo XVI y la rápida secularización del pensamiento humano que privilegia el empleo de la razón y que abre perspectivas casi ilimitadas al desarrollo de la ciencia. Por esto, la edad moderna se caracteriza por una nueva forma de comprender al mundo, donde impera el ánimo de reforma y de cambio. El segundo enfoque corresponde a la definición de lo moderno como lo nuevo, de moda, lo actual; tanto en el avance tecnológico como en lo concerniente a la estrategia, táctica, instrucción y educación militar, y administración. Latinoamérica está involucrada en ambos procesos porque se nutre de este pensamiento moderno y experimenta cosas del mundo a partir de las novedades que el mundo nos ofrece.
Esto no amerita que hagamos tabula rasa de la tradición, entendida no como el carácter estático e inmutable de una sociedad, sino mas bien, como la transmisión de aquella parte de la cultura que es susceptible a ser confirmada, y en algunos casos seleccionada o modificada, porque la buena tradición debe impulsar la búsqueda de lo moderno y rechazar lo que constituye un lastre.
El profesional militar debía tener una sólida formación doctrinaria, teórica y práctica; moderna, y los buenos actos y conducta de este militar, así como su carrera, estar enmarcados en la normatividad de la institución castrense y las leyes del estado; y ser retribuida, pecuniariamente; y reconocida, a través de promociones, por el Estado; despertando en el miembro del ejército intereses colectivos. La suma de todo esto forja el ethos militar. FredericK Numm lo define así: “El profesionalismo militar es un estado, una condición con base en la educación y la experiencia, autoridad institucional autónoma, un sentido de la carrera y una misión de carácter partidario explícita”[6]
[1] Medina Montoya, Lourdes. Creación e Institucionalización del Ejército del Perú. El Ejército en la República: Siglo XIX . . Lima. CPHE, 2005. Pag. 76, 78.
[2] El Ejército de América a lo largo del siglo XVIII estuvo conformado por tres grandes efectivos: El primero era el ejército de dotación, compuesto por unidades fijas, de guarnición en las principales ciudades americanas, fundamentalmente defensivo, de idéntica estructura a las unidades peninsulares, pero cuya composición a nivel humano lo caracterizo como un ejército netamente americano; era el núcleo fundamental. Segundo, el ejército de refuerzo, también llamado en algunos momentos ejército de operaciones de Indias, compuesto por unidades peninsulares enviadas temporalmente al otro lado del mar como refuerzo de algunas plazas amenazadas de invasión. Por último, las milicias, conjunto de unidades regladas y de carácter territorial que englobaban al total de la población masculina de cada jurisdicción comprendida entre los 15 y 45 años; se les consideraba un ejército de reserva. En: Juan Marchena Fernández. Ejército y Milicias en el Mundo Colonial Americano. MAPFRE, Madrid, 1992.
[3] Prueba de ello son los intentos por mejorar este cuerpo militar con la creación de la Academia Militar del presidente Riva Agüero en 1823, el Colegio Militar del Gral Santa Cruz en 1826, en el que debían estudiar 16 jóvenes por Departamento de la Republica, la Escuela Militar del Gral Agustín Gamarra de 1830 a 1834, el Instituto Militar de 1850 a 1854 y el Colegio Naval y Militar de 1859 a 1867 del Mcal Ramón Castilla y el Colegio Militar del presidente Manual Pardo de 1872 a 1880. En Carlos Ríos Pagaza. Historia de la Escuela Militar del Perú. Lima, 1962.
[4] Comparemos algunos datos de Perú y Chile próximos al inicio de vida independiente: Perú, población en 1827, 1, 516, 963 habitantes con el 61.6% de población indígena. En Francisco Quiroz Chueca. De la Colonia a la República Independiente. Historia del Perú. Lima, LEXUS, 2000. Chile en 1835 tenia 1, 103,036 habitantes con el 4.6% de origen indígena. INE de Chile, www.ine.cl.
[5] Los estudiosos chilenos Alfredo Jocelyn y Holt Letelier autores del ensayo El peso de la noche; la otra cara del orden portaliano (1977) Manifiestan que en su país se establecieron gobiernos autoritarios pero que a la vez construían la modernidad con algunas de las ideas liberales. Del epistolario de Diego Portales exponen el siguiente texto tan sugerente: “El orden social se mantiene en Chile por el peso de la noche y porque no tenemos hombres sutiles, hábiles y cosquillosos: la tendencia casi general de la masa al reposo es la garantía de la tranquilidad pública…” (1832) El párrafo los lleva a pensar que la idea era separar la autoridad y el orden, del modelo o sistema político adoptado. Del peso de la noche de un orden estamental colonial que mantenía una administración en regular “paz”, se recrearía en la república el planteamiento del orden desde la élite para mantener la tradición. La soberanía popular era sinónimo de reposo, mansedumbre; un hecho residual del mismo orden. El corpus es más equilibrado y fue ordenado en 300 años. El Estado y sus leyes sólo complementan esta estructuración del orden social.
[6] Frederick M. Nunn. Perspectivas Históricas y Regionales Acerca de los Papeles Internos que Desempeñan Las Fuerzas Armadas de América Latina con Énfasis Especial en el Cono Sur. http://www.airpower.maxwell.af.mil/apjinternational/apj-s/4trimes99/nun.htm
6 comentarios:
Bienvenido Nayib, espero que sea el inicio de una fructifera colaboracion tuya en el blog. Se me ocurre preguntarte cual es la composicion social del Ejército Peruano, y si este cumple un rol en la movlilización Social.
Asimismo, de que manera las milicias coloniales ayudan o perjudican a la imagen que se tenia del Ejército para la República.
Bienvenido a la nave de los locos Nayib, espero también que esta sea una entre más contribuciones y diálogos. Acabo de revisar tu trabajo, es interesante y me surge una primera pregunta: es lógico que las milicias patriotas tendrían una experiencia militar más construida desde un día a día en la lucha, o si quisieramos decir práctica dentro de una guerra asimétrica y violenta como fué la Guerra de Independencia, pero me pregunto si los escasos años de vida de instituciones como el Colegio Real Felipe nos pueden hablar de una verdadera profesionalización de las fuerzas coloniales realistas.
Apreciado Nayib, tanto tiempo, bienvenido al blog.
Tu post me genera una serie de preguntas que amenazo formularlas pronto, quizá en la próxima entrega, que esperaré con atención.
Por ahora espero no abusar si te pido nos cuentes un poco cuál es el significado de NAYIB.
CANTANTE DE LOS CANTANTES
Tù fuiste el culpable que imprima este nombre despues de ver tu fotografìa tan actualizada y que despertò en mi una sonora carcajada en soledad. Con este nombre pretendiò mi madre, de origen libanes, bautizarme. Claro que sin exito.
COMPAÑEROKUNA MARCAYUQ
El Ejèrcito Peruano tiene en sus filas, hoy en dìa, tres generales de ascendencia negra. Responde en algo a tu pregunta?
Nayib creo que hice mal la pregunta, me refería a la época que narra, es decir, a sus inicios durante nuestra independencia. Pero lo de los generales está interesante. Habría que preguntarse cuantas personas de piel negra son oficiales en la marina. O de ascendencia negra si quieres que suene más bonito
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