17.10.07

Los origenes del ejército profesional peruano (II Parte)

Por: Nayib

El Inicio del Ejército Profesional

Terminada la Guerra entre Perú y Chile en el año 1884, no sólo el país vencido entendió la necesidad de mejorar su aparato militar a través de la modernización y profesionalización. El Ejército Chileno durante el siglo XIX había bebido el quehacer de la guerra de la tradición militar francesa[1] y de sus experiencias militares: la Guerra contra la Confederación Perú Boliviana y, sobre todo, la guerra del Estado Chileno contra los aborígenes araucanos, en pos de nuevos territorios hacia el Sur, sindicada como el molde más significativo en el que vertieron los caudales de reservistas para su rápido alistamiento y actuación en la Guerra del Pacífico[2]. Esto, conjugado con cierta estabilidad política le dio al Ejército Chileno un hálito de profesionalismo. Sin embargo, aún cuando victoriosos; un año después del fin de la guerra, 1885, el alto mando y los oficiales, que habían tenido una descollante participación en la Guerra del Pacífico, se reunieron para realizar una autocrítica de toda la campaña y replantear la organización y modernización del ejército, abordando a la conclusión que debían mantener una fuerza organizada y entrenada convenientemente y acorde al tiempo que se vivía, desde el tiempo de paz, capaz de defender al país en caso de agresión; una práctica y efectiva movilización de la reserva, un mando encargado del estudio de los planes que debían desarrollarse en el futuro para los posibles teatros y adversarios; y un adecuado apoyo logístico diametralmente diferente al ofrecido durante la guerra.

En el caso del Perú, las últimas tropas chilenas abandonaron Lima a mediados de agosto de 1884, e inmediatamente se entablo una fratricida Guerra Civil entre los generales Miguel Iglesias y Andrés A. Cáceres, cuya duración fue de un año y medio, hasta la dimisión del general Iglesias el 3 de diciembre de 1885. Ambos eventos dejaron al Perú postrado en la bancarrota fiscal, con el honor nacional mancillado, ruptura social y política, y la necesidad de reestablecer la autoridad del Estado; diluyendo el esfuerzo por encarar la reorganización del ejército. Empero, en 1887 Andrés Avelino Cáceres reorganiza y apertura la Escuela de Clases, y en 1889 hizo lo mismo con el Colegio Militar; que inicio sus labores con 100 alumnos: 30 jóvenes seleccionados de la Escuela de Clases, 30 civiles con instrucción secundaria y 40 pensionistas entre jóvenes procedentes de distinguidos hogares de la capital; con un plan de estudios que comprendía tres años y abarcaba asignaturas modernas. Lo particular de este proyecto fue la proliferación de la producción intelectual de los oficiales breñeros a través de publicaciones referidas a táctica y doctrina militar a partir de la Guerra de Resistencia en el Ande contra el invasor chileno; así tenemos el Reglamento de Ejercicios y Maniobras para la Infantería del Perú, del coronel Juan Norberto Elespuru.



Cómo fueron modernizándose los ejércitos

Estar actualizado, a la moda de los progresos educacionales logrados en Europa, requería una medida práctica: contratar asesores. En aquel tiempo el éxito alemán en la Guerra Franco Prusiana decidieron, en el caso chileno, que el 17 de setiembre de 1885 contrataran al capitán alemán Emilio Körner, que se había desempeñado como profesor de la Escuela de Artillería e ingenieros de Charlottemburgo. Al asumir esta misión, se le otorga el grado de teniente coronel y se dedica, aparte de dictar asignaturas militares, a evaluar el plan de estudios de la escuela militar, al que encuentra obsoleto, recomendando su cambio al alto mando. Su principal colaborador fue el mayor chileno Jorge Boonen Rivera quien aquilató muy bien esta oportunidad de perfeccionamiento militar, que le valió más tarde ascender al grado de general de división y ocupar el cargo de Inspector del Ejército y, luego, el de Ministro de Guerra.

Un año después de este primer paso, se crea la Academia de Guerra, para dar instrucción superior militar y científica a los oficiales del ejército, aún cuando su funcionamiento se postergó hasta después de la cruenta guerra civil del año 1891[3].+

En el proceso peruano, se contrató los servicios, en plena Guerra de Resistencia breñera liderada por el general A. Cáceres, del mayor francés Ernesto de la Combe[4], quien una vez culminada la guerra fue nombrado subdirector de la Escuela de Clases, reabierta en 1887. En 1894 se contrató al mayor alemán Carlos Pauli para emprender la reorganización del Ejército.

Otro aspecto a considerar es que ambos países nombran como directores de sus respectivas escuelas a connotados jefes militares de la Guerra. Por el Perú al coronel Juan Norberto Elespuru y al coronel Nicanor Ruiz de Somocurcio; en Chile al coronel Emilio Sotomayor. También, comparando los planes de estudios de las escuelas militares de ambos estados no existe mayor diferencia: matemáticas, gramática, geografía, historia, higiene, francés, ingles, táctica, dibujo, gimnasia, esgrima y tiro, mecánica elemental, química, fotografía, electricidad aplicada a la guerra, artillería, fortificación, topografía y derecho internacional, cosmografía, química[5]; excepto en el número de años de estudios, 3 años en el Perú; y 4 años en Chile sin incluir la especialización de oficiales de caballeria, artilleria e ingeniería que adicionaban 6 meses, un año y 2 años respectivamente.

Resulta sintomático que luego de las guerras civiles acaecidas en Perú (1895) y Chile (1891) se reimpulso la modernización de sus ejércitos. En el Perú, correspondió a la contratación de la misión militar francesa que estuvo presente, en mayor o menor magnitud, hasta casi el inicio de la Segunda Guerra Mundial. ¿Cuánto pudo pesar la guerra civil de 1895 en esta decisión? Según manifiesta Víctor Villanueva en 100 Años del Ejército Peruano, mucha “Actos de tal naturaleza ensanchan la brecha existente entre civiles y militares (…) La revolución del 95 no sólo lesionó síquicamente al soldado profesional, además lo relego por segunda vez a sus cuarteles y en esta ocasión por una larga temporada. Ante la nueva pérdida del poder político el profesional de la guerra intentó reorientar su profesión, abandonar la política como praxis y convertir al ejército en un organismo burocrático en el que fuera posible hacer carrera a base de tecnificación y las tradicionales virtudes militares”[6]. Esta decisión estuvo motivada, en parte, para refrescar el arte y ciencia de la guerra del Ejército Peruano, ingresar a la modernidad de entonces, y además, domar las aspiraciones políticas de algunos de sus miembros a través, primero, de la educación militar y, segundo, nombrando en su más alta jerarquía a un oficial francés.
En Chile la labor emprendida por el teniente coronel E. Körner, desde 1886, fue reforzada por los 31 oficiales instructores germanos que permanecieron en Chile entre los años 1896 y 98; luego, se extendieron contratos a numerosos jefes y oficiales de ejércitos europeos, que sólo fue interrumpida durante la Primera Guerra Mundial, y que su presencia se mantuvo hasta el comienzo de la Segunda Guerra Mundial.

Así como, el Perú y Chile coincidían en el propósito por profesionalizar a sus ejércitos y modernizarlos según los avances de la época, particularmente los producidos en Europa, otros países sudamericanos también enrumbaron por este camino. Eran demasiadas guerras sentidas, como actores o espectadores, en los casi setenta años de vida republicana y que habían desatado mutilaciones territoriales al Perú, Bolivia, Paraguay y Colombia; y otros tantos diferendos limítrofes inconclusos en Ecuador, Argentina y Chile.

En Colombia, por ejemplo, los primeros intentos para profesionalizar al ejército se debieron a cuatro factores: el fracaso del ejército estatal en la guerra civil denominada Guerra de los Mil Días (1899 – 1902), los problemas de desorden interno, la situación tirante con el Perú por los territorios del Caquetá y, sobre todo, la separación del Departamento de Panamá en 1903 auspiciada por los Estados Unidos. En 1907 el gobierno decretó una reforma militar que fue apoyada por tres misiones militares chilenas hasta 1915, lógicamente bajo el molde del concepto militar alemán. “Hasta 1914, Chile mandó misiones militares a ocho países latinoamericanos y recibió militares de 11 países (…) En el mismo periodo Alemania tenía misiones en cuatro países de la región y recibió soldados de todos los Estados de América Latina”[7]. Desde 1916, los suizos inician el relevo de este esfuerzo hasta 1928.

En la década de 1890, Bolivia contrató, para el adiestramiento del ejército, oficiales del estilo francés y Argentina contó con los servicios de oficiales alemanes para tareas de reorganización y administración del ejército. Después de la Primera Guerra Mundial los franceses iniciaron una larga experiencia de veinte años en el Brasil, y también estuvieron presentes en Paraguay y el Uruguay; además, algunos alemanes prestaron servicios, de manera privada, en Bolivia.

Tomas Fischer resalta que las misiones militares extranjeras tenían un carácter ambivalente. Los intentos iniciales de profesionalización militar tenían, a corto plazo, poco éxito pero mediante la instrucción de jóvenes oficiales se logró un efecto a largo plazo. Además, existieron intereses geopolíticos y económicos de los países exportadores de métodos, misiones y tecnología militar como Alemania, Francia, Estados Unidos, Suiza y en el caso latinoamericano Chile. La dimensión económica de la modernización de los ejércitos situó a los países desarrollados en franca competencia internacional.

Conclusiones

Los ejércitos republicanos sudamericanos nacen con la guerra de independencia pero su organización y funcionamiento, durante los primeros años, aún se fundamentaran en los del antiguo régimen, sin embargo, se irán configurando con el transcurrir de los años y según el grado de desarrollo alcanzado por cada Estado Nación.

Las guerras internas y externas, que libran estos ejércitos, así como, la tarea de ocupar efectivamente el propio territorio heredado y, los avances europeos en el arte y la ciencia militar, hacen necesario contar con una fuerza militar profesional y moderna. Francia y Alemania fueron los principales modelos de la época. El primero, por la genialidad, no pasada de moda, del celebre Napoleón Bonaparte y el segundo por la victoria obtenida en la Guerra Franco Prusiana en el año 1871.

El modo francés se afincó en el Brasil, Perú, Uruguay y Paraguay mientras el alemán en Chile, Argentina, Bolivia, e indirectamente, en el Ecuador y Colombia a través de las misiones militares chilenas.

El ser moderno, una aspiración de casi el total de los países sudamericanos, implicaba profesionalizar al ejército, y los métodos empleados para lograr esta tarea fueron variados: Algunos, más o menos autónomos, utilizando la propia tradición y la experiencia, estudiando sus propias guerras; otros contratando algunos asesores o misiones militares extranjeras y enviando oficiales a estudiar en Europa. Sin embargo, los resultados de estos esfuerzos estuvieron acordes con el mayor o menor desarrollo alcanzado por cada una de las naciones.

[1] Historia del Ejército de Chile. Tomo VII. Reorganización del Ejército y la influencia alemana (1885 – 1914) Santiago. Editado en 1982, corregida en 1985. CPHE. Pág. 324.

[2] Ibíd.

[3] Esta Guerra Civil se produce por el enfrentamiento entre dos poderes del Estado; el Ejecutivo, liderado por el presidente José Manuel Balmaceda, y el Congreso de la República. Los oficiales chilenos optaron por uno y otro bando, enfrentándose en las batallas de Concón y Placilla que cobro la vida de 2, 599 chilenos, terminando con el triunfo del Ejército Congresal el 30 de agosto de 1891. En Historia del Ejército de Chile. Tomo VII. Reorganización del Ejército y la influencia alemana (1885 – 1914) Santiago. Editado en 1982, corregida en 1985. CPHE. Pág. 87 – 164.

[4] Se incorporó al servicio del Perú, desde el año 1883, habiendo concurrido el 10 de julio del mismo año a la Batalla de Huamachuco; siendo ascendido al grado de coronel por esta acción. En Historia de la Escuela Militar. Revista de la Escuela Militar N°235, Chorrillos: 1945.

[5] Historia del Ejército de Chile. Tomo VII. Reorganización del Ejército y la influencia alemana (1885 – 1914) Santiago. Editado en 1982, corregida en 1985. CPHE. Pág. 32 – 34. Carlos Ríos Pagaza. Historia de la Escuela Militar del Perú. Lima, 1962. Pág. 28 - 30.

[6] Villanueva, Víctor. 100 años del Ejército Peruano. Pág. 62.

[7] Fischer, Thomas. Proyectos de Reforma, Instrucción Militar y Comercio de Armas de la Misión Militar Suiza en Colombia. Revista Historia y Sociedad N°5. Universidad Nacional de Colombia, Medellín, diciembre de 1998.

4 comentarios:

Anónimo dijo...
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El Cantante dijo...

Nayib, ¿qué es lo que hace que unos países elijan a Francia para que los asesore militarmente si su ejército había sido derrotado catastróficamente en la guerra franco-prusiana? Otra pregunta: ¿Cuándo es que el ejército peruano empieza a realizar campañas de alfabetización?

Gracias.

NAYIB dijo...

Cantante de los cantantes
1. La moda francesa estaba fuerte, la migracion francesa en el Perú estaba mas arraigada en nuestra sociedad y la admiración por las campañas napoleonicas se mantenia en pie. Producto de la derrota el ejército frances ingresa en una profunda modernización.
2. El año 1933 el coronel Morla Concha escribió La Función Social del Ejército, donde expuso la necesidad de que el Ejército participara en esta tarea. Acuerdate también que lo militares franceses provenían de una experiencia colonizadora en Argelia, en donde priorizaron los aspectos administrativos de esta colonia.

El Cantante dijo...

Gracias Nayib, apuntado en mi libro...